Descubren habilidades inesperadamente complejas en los primeros antepasados del hombre

Por 07/01/2021 Portal

La garganta de Olduvai, en Tanzania, conocida como la Cuna de la Humanidad, no deja de deparar sorpresas. Un nuevo estudio interdisciplinar, en efecto, llevado a cabo en el sitio arqueológico más antiguo de la zona, ha revelado que los primeros humanos fueron capaces de sobrevivir en una amplia diversidad de hábitats en medio de drásticos cambios ambientales y a lo largo de por lo menos 200.000 años. El descubrimiento se acaba de publicar en «Nature Communications».

En pleno corazón del este de África, el valle del Rift es una región privilegiada para investigar el origen humano. Allí abundan extraordinarios yacimientos de especies humanas extintas, así como registros ambientales que abarcan varios millones de años. Durante más de un siglo, arqueólogos y paleontólogos han explorado la región y desenterrando fósiles de homininos que ayudan a escribir la historia de nuestra propia especie.

Sin embargo, la comprensión de los contextos ambientales en los que vivieron nuestros lejanos antepasados ha sido difícil de lograr, debido a la escasez de estudios ecológicos asociados directamente a los restos culturales.

En este nuevo estudio, un equipo de investigadores del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, junto a científicos de las universidades de Calgary, en Canadá, y la de Dar es Salam, en Tanzania, han trabajado para «rellenar» ese hueco.

Las herramientas más antiguas
Durante su trabajo, los investigadores sacaron a la luz herramientas de piedra de hace dos millones de años, las más antiguas nunca encontradas, junto a restos que atestiguan la presencia de homíninos en la zona en un periodo que va desde hace dos millones de años hasta hace 1,8 millones de años.

Trabajadores en uno de los yacimientos de la garganta de Olduvai – Michael Patraglia

Por otra parte, los fósiles de varios tipos de mamíferos (ganado y cerdos salvajes, hipopótamos, panteras, leones, hienas, primates…), reptiles y aves, revelaron que durante esos 200.000 años se produjeron drásticos cambios en los sistemas fluviales y lacustres, incluídos los prados de helechos, bosques, palmerales y hábitats de estepas secas. Las evidencia descubierta muestra sin lugar a dudas un uso de la tierra periódico pero recurrente en un buen número de esos ambientes, con intervalos de periodos de ausencia de cualquier actividad humana.

«La ocupación de estos entornos tan variados e inestables —señala Pastory Bushozi, coautor de la investigación—, incluso después de producirse actividad volcánica, es uno de los primeros ejemplos de adaptación humana a importantes transformaciones ecológicas».

Comportamiento complejo
Esa temprana capacidad de adaptarse a entornos tan cambiantes y a menudo perturbados demuestra un comportamiento inesperadamente complejo por parte de los primeros grupos humanos. Frente a los hábitats en plena transformación, nuestros lejanos antepasados no alteraron sustancialmente sus conjuntos de herramientas, sino que su tecnología se mantuvo estable a lo largo del tiempo. Como prueba de su versatilidad, las típicas herramientas de piedra de la zona, que consisten en núcleos de guijarros, escamas de bordes afilados y adoquines poliédricos, continuaron utilizándose incluso cuando los hábitats cambiaron.

Todo lo anterior implica que hace dos millones de años, los primeros humanos tenían la capacidad y los recursos para explotar de forma continua y constante una multitud de hábitats, utilizando conjuntos de herramientas de piedra fiables y que les permitían, en ambientes muy diversos, procesar plantas y matar animales.

Aunque aún no se han encontrado fósiles de homínidos en este yacimiento, a solo 350 metros de distancia se han recuperado fósiles de Homo habilis en depósitos de 1,82 millones de años de antigüedad. Si bien es difícil saber si esa es la especie que construyó las herramientas, asegura Julio Mercader, otro de los autores del estudio, «estos primeros humanos seguramente se extendían ampliamente a lo largo del paisaje y a lo largo de las orillas del antiguo lago».

Lo cual, según el investigador, no excluye la posibilidad de que otras especies de homininos, como los australopitecos, también estuvieran usando y fabricando herramientas de piedra allí, ya que sabemos que el género Paranthropus estaba presente en la garganta de Olduvai en ese momento.

Estos hallazgos, además, indican que estos primeros humanos ya tenían la capacidad de expandirse, moverse fuera de África y ocupar nuevos ecosistemas. Para Michael Patraglia, del Instituto Max Planck, «esta flexibilidad de comportamiento surgió en los albores de la evolución de nuestro propio género, Homo, y sentó las bases para la eventual propagación global e invasiva de Homo sapiens».