Descubren que la peste se transmitió cada vez más rápido en Europa durante 300 años

Por 19/10/2020 Portal

Tras analizar detenidamente miles de documentos históricos que abarcan un periodo de 300 años de brotes de peste en Londres, un equipo de investigadores de la Universidad McMaster, en Canadá, ha llegado a la conclusión de que la enfermedad, en lugar de disminuir, se fue transmitiendo cada vez más deprisa en cada sucesiva oleada. De hecho, se propagaba hasta cuatro veces más rápido en el siglo XVII que en el XIV.

El hallazgo, recién publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, muestra una sorprendente aceleración en la transmisión de la peste negra de 1348, que se estima que acabó con más de un tercio de la población de Europa, y las epidemias posteriores, que culminaron con la Gran Plaga de 1665. Los investigadores comprobaron que en el siglo XIV la cantidad de personas infectadas en un brote se duplicaba aproximadamente cada 43 días. En el siglo XVII, sin embargo, los enfermos se duplicaban mucho más deprisa, cada 11 días.

«Hay una diferencia asombrosa en la rapidez con la que crecieron las distintas epidemias de peste», afirma David Earn, autor principal del estudio.

Earn y su equipo, que incluye a estadísticos, biólogos y genetistas evolutivos, estimaron las tasas de mortalidad mediante el análisis de datos históricos, demográficos y epidemiológicos de tres fuentes: testamentos personales y últimas voluntades, registros parroquiales y los bandos de mortalidad en Londres.

Por supuesto, no se trataba sólo de contar los muertos, ya que no existieron registros oficiales hasta 1538, sino de extraer información de los documentos consultados para establecer cómo la plaga se iba extendiendo por la población.

«En aquel momento -dice Earn- las personas generalmente escribían testamentos porque se estaban muriendo o temían morir de forma inminente, por lo que planteamos la hipótesis de que las fechas de los testamentos serían un buen indicador de la propagación del miedo y, por lo tanto, de la muerte misma. Para el siglo XVII, cuando además de testamentos ya había registros de mortalidad, comparamos lo que se podía inferir de cada fuente por separado y encontramos las mismas tasas de crecimiento. Nadie que viviera en Londres en el siglo XIV o en el XVII podría haber imaginado cómo esos registros iban a usarse cientos de años después para comprender la propagación de enfermedades».

Estudios genéticos anteriores ya habían identificado a Yersinia pestis como el patógeno causante de la peste, pero eso no decía mucho sobre la transmisión de la enfermedad. «A partir de la evidencia genética -dice por su parte Hendrik Poinar, coautor de la investigación- tenemos buenas razones para creer que las cepas de la bacteria responsable de la peste cambiaron muy poco durante este periodo de tiempo, por lo que el nuestro es un resultado fascinante».

La velocidad estimada de propagación de estas epidemias, junto con otras informaciones sobre la biología de la peste, sugiere que durante esos tres siglos la bacteria responsable no se propagó principalmente a través del contacto de persona a persona, sino a través de las picaduras de pulgas infectadas.

Los investigadores creen que la rápida aceleración en la transmisión podría explicarse con la densidad de población, las condiciones de vida y las temperaturas cada vez más frías en una Europa que, precisamente en el siglo XIV, empezaba a sufrir los efectos de una «pequeña edad de hielo» que duraría hasta bien entrado el siglo XIX. Los científicos, además, creen que los patrones de transmisión de estas epidemias de peste ofrecen valiosas lecciones para comprender otras pandemias modernas, incluido la de Covid-19.