Encender o apagar un dispositivo, mover un robot o escribir con la mente ya es posible. El cerebro emite ondas singulares desde regiones específicas para cada orden. Esta actividad eléctrica se puede convertir en información representada por un código binario (el que procesan los ordenadores comunes) y ser transmitida a un dispositivo. Sin embargo, los sistemas con los que ahora se investiga presentan dos problemas. El más popular, por ser desarrollado por Neuralink (la empresa de Elon Musk), incorpora implantes cerebrales que pueden generar el rechazo del cuerpo. Los que utilizan cascos externos (empresas como Emotiv ya comercializan varios modelos) se enfrentan al inconveniente de las interferencias. Dos experimentos, uno desarrollado por el programa espacial chino y otro por investigadores de universidades de España, Reino Unido, China y Perú, han conseguido salvar estos dos escollos evitando los implantes y aplicando inteligencia artificial que corrige los errores para alcanzar una precisión de hasta el 99%.