¿Fósil viviente? El misterioso celacanto sí cambió su genoma

Por 10/02/2021 Portal

El celacanto, un poderoso depredador oceánico, fue capturado vivo por primera vez en 1938 frente a las costas de Sudáfrica. El hallazgo causó un gran revuelo, ya que se creía extinto hace 65 millones de años. El pez fue reconocido popularmente como un «fósil viviente», ya que su anatomía era casi idéntica a la del registro fósil. Recuerda a un pez prehistórico detenido en la evolución, que parece a punto de cambiar sus aletas por patas y dedos. Pero aunque es posible que el cuerpo del celacanto haya cambiado poco, su genoma, descifrado por un equipo internacional en 2013, cuenta otra historia.

Científicos canadienses han descubierto que el celacanto africano, (Latimeria chalumnae) ganó 62 genes nuevos a través de encuentros con otras especies hace 10 millones de años. Sus hallazgos se publican en la revista «Molecular Biology and Evolution». Los investigadores creen que estos genes surgieron de transposones, también conocidos como «genes egoístas». Se trata de elementos de ADN parásitos cuyo único propósito es hacer más copias de sí mismos, lo que a veces logran moviéndose entre especies.

«Es un ejemplo bastante sorprendente de este fenómeno de los transposones que contribuyen al genoma del huésped», afirma Tim Hughes, autor principal del estudio y profesor de genética molecular en el Centro Donnelly de Investigación Celular y Biomolecular de la Universidad de Toronto. «No sabemos qué están haciendo estos 62 genes, pero muchos de ellos codifican proteínas de unión al ADN y probablemente tienen un papel en la regulación de los genes, donde incluso los cambios sutiles son importantes en la evolución», explica.

Genes saltarines
Los transposones tambien se denominan «genes saltarines» porque cambian de ubicación en el genoma, gracias a una enzima autocodificada que reconoce y mueve su propio código de ADN mediante el mecanismo de «cortar y pegar». Pueden surgir nuevas copias a través de saltos fortuitos durante la división celular cuando se replica todo el genoma.

Con el tiempo, el código de la enzima se deteriora y cesa el salto. Pero si la secuencia alterada confiere incluso una ventaja selectiva sutil al huésped, puede comenzar una nueva vida como un gen huésped genuino. Hay innumerables ejemplos de genes derivados de transposones en todas las especies, pero el celacanto se destaca por su gran escala.

«Fue sorprendente ver a los celacantos aparecer entre los vertebrados por tener una gran cantidad de estos genes derivados de transposones porque tienen una reputación inmerecida de ser un fósil viviente», dice Isaac Yellan, quien encabezó el estudio. «El celacanto puede haber evolucionado un poco más lentamente, pero ciertamente no es un fósil», subraya.

Parasitismo
Yellan hizo el descubrimiento mientras buscaba contrapartes en otras especies de un gen humano que estaba estudiando. Sabía que el gen, CGGBP1, había surgido de un tipo particular de transposón en el antepasado común de mamíferos, aves y reptiles. Después de escanear todos los genomas disponibles, Yellan pudo encontrar genes relacionados, pero su distribución entre especies era irregular y no era lo que cabría esperar de un ancestro común. Además del gen único similar al CGGBP en todos los mamíferos, aves y reptiles, Yellan encontró copias en algunos, pero no en todos, de los peces que observó, así como en la lamprea, un vertebrado primitivo y un tipo de hongo. Los gusanos, los moluscos y la mayoría de los insectos no tenían ninguno. Y luego aparecieron 62 en el celacanto.

Una vez descartada la ascendencia común, parece en cambio que los transposones llegaron a varios linajes en diferentes momentos al ser transportados entre especies a través de lo que se conoce como transferencia horizontal de genes. «La transferencia horizontal de genes difumina la imagen de dónde provienen los transposones, pero sabemos por otras especies que puede ocurrir por parasitismo», indica Yellan. «La explicación más probable es que se introdujeron varias veces a lo largo de la historia evolutiva».

En los tejidos
No está claro qué están haciendo los genes, pero varias líneas de evidencia apuntan a un papel en la regulación genética. El modelado computacional y los experimentos de probeta establecieron que los productos de los genes son proteínas que unen firmas de secuencias únicas en el ADN, lo que sugiere un papel en la expresión de genes, similar a la contraparte humana. Además, los genes se activan de forma variable en una docena de órganos de celacanto para los que existen datos, lo que sugiere funciones finamente ajustadas que son específicas de tejidos.

El origen de los genes y lo que están haciendo en el celacanto pueden seguir siendo un misterio. Los especímenes de investigación solo son extraídos ocasionalmente por barcos de pesca y no fue hasta 1998 que se descubrió la otra especie viva conocida, Latimeria menadoensis, en un mercado de pescado de Indonesia.

La especie se dividió antes de que aparecieran los nuevos genes, descartándolos de impulsar la especiación. Aún así, podrían haber dado forma al celacanto africano que conocemos hoy, cuya majestuosa armadura de escamas azules ensombrece a su pariente de color marrón, aunque Yellan puntualiza que esto es pura especulación. Por desgracia, reconoce, es posible que nunca lo sepamos, ya que los celacantos «son extremadamente raros y muy buenos escondiéndose».