Normalmente, las galaxias se agrupan en cúmulos y de ese modo viajan, juntas, a través del Universo. Nuestra Vía Láctea, por ejemplo, forma parte del denominado Grupo Local, unas cuarenta galaxias que, en conjunto, ocupan un área de unos 4 millones de años luz y se desplazan al unísono. Junto a otro centenar de grupos similares, nuestro Grupo Local forma parte de una estructura mucho mayor, el supercúmulo de Virgo, que se extiende a lo largo de 107 años luz. En el Universo observable existen millones de otros supercúmulos parecidos.
A una escala todavía mayor, se puede ver que los cúmulos y supercúmulos de galaxias forman a su vez largas líneas brillantes, auténticos «ríos de luz» que convergen en los puntos de mayor densidad y que recuerdan la estructura de una telaraña. Así es, a grandes rasgos, cómo se distribuye la materia por todo el Universo.
Pero igual que sucede en las telarañas, a ambos lados de esos «ríos galácticos» interminables se abren inmensos espacios vacíos, en los que nada brilla y que se extienden a lo largo de centenares de millones de años luz. Se trata de enormes «zonas muertas» en cuyo interior no hay estrellas ni galaxias y que están repartidas por todo el Universo conocido.
En julio del año pasado, un equipo de investigadores de la Universidad de Hawái reveló que nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, junto al Grupo Local de galaxias al que pertenecemos, se encuentra justo en el borde de uno de esos inmensos vacíos cósmicos. Uno cuya extensión supera los 150 millones de años luz y que los astrónomos conocen como «Vacío local».
Por eso, el hallazgo en 2011 de una galaxia justo en el centro del Vacío local fue algo que desconcertó a los científicos que la descubrieron. Su nombre es KK 246, y se trata de una galaxia pequeña, irregular y oscura, de hecho una de las más oscuras descubiertas hasta la fecha. Sus estrellas, como puede verse en esta reciente imagen del Telescopio Espacial Hubble, están muy diseminadas, y forman lo que los astrónomos de la Agencia Espacial Europea (ESA) han descrito como «brillo derramado sobre una sábana de terciopelo negro». KK 246, también conocida como ESO 461-036, es por ahora la única galaxia cuya existencia se ha confirmado en el interior del del Vacío local.
Hacia los bordes del vacío
Aunque en la imagen parece haber otras galaxias, se trata de un efecto engañoso, ya que los puntos luminosos que aparecen en la fotografía corresponden a galaxias que, en realidad, se encuentran más allá del vacío y forman parte de otros cúmulos o grupos galácticos.
Los investigadores también han descubierto que KK 246 se está moviendo rápidamente hacia los bordes del inmenso espacio vacío cuyo centro ocupa. Tanto, que en el futuro terminará por abandonarlo para unirse a sus «compañeras» en los bordes de la zona muerta.
Si lo pensamos bien, ese movimiento resulta lógico, ya que cuanto más grande sea un vacío cósmico, más débil será la gravedad en su interior, lo que hace que cualquier cosa que pueda haber dentro se mueva hacia la concentración de materia más cercana. En el caso de KK 246, esa velocidad es realmente alta: 350 km por segundo.