La bióloga Amparo Blay tiene un manojo de llaves con el que acceder a un mundo de fantasía. Abre un armario metálico y aparecen unos animales inverosímiles: escarabajos violín de Malasia, idénticos al instrumento. Entreabre otra puerta y saca una bandeja con machos de escarabajo hércules, un monumental insecto centroamericano del tamaño de una mano, con un monstruoso cuerno. Y Blay podría estar así el resto de su vida. Es conservadora de la colección de 5,5 millones de insectos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, en Madrid. A su equipo —ella y dos compañeras más— les queda por catalogar el 80% de los ejemplares. Tocan a un millón y medio de insectos cada una. Los responsables de 73 de los mayores museos de ciencias naturales del mundo han lanzado este jueves una llamada de auxilio en la revista Science: el inventario de la vida es inaccesible por internet o directamente se desconoce.