Ernesto Schiaparelli, el director del Museo Egipcio de Turín, arrancó su jornada el 15 de febrero de 1906 en la necrópolis de Deir El Medina, en la orilla occidental del Nilo, justo al otro lado de la actual ciudad de Luxor. Entonces poco podrían imaginarse la magnitud del tesoro que estaban a punto de desenterrar. En las entrañas de este yacimiento destinado a ofrecer sepultura a los trabajadores del cercano Valle de los Reyes, uno de los más famosos cementerios del Antiguo Egipto, permanecía escondida la tumba de Kha y Merit, un matrimonio noble que vivió durante la segunda mitad de la XVIII dinastía, alrededor del 1450 y el 1400 antes de la Era Común. Y ese rico yacimiento puede ahora revelar uno de los secretos mejor guardados del Antiguo Egipto: a qué huele una tumba.