Siete visitantes interestelares se acercan a la Tierra cada año

Por 16/03/2021 Portal

En octubre de 2017 una roca espacial en forma de puro de 30o metros de longitud acaparó la atención mundial al convertirse en el primer objeto interestelar detectado. Su auténtica naturaleza aún provoca ríos de tinta, especialmente por las insólitas declaraciones de Avi Loeb, astrofísico de la Universidad de Harvard, quien está convencido de que se trata de una especie de baliza creada por una civilización extraterrestre. Ni siquiera pasaron dos años de esa primera aparición cuando un segundo cuerpo llegó de otro sistema planetario. Se le llamó 2I/Borisov y resultó ser un cometa.

El segundo intruso confirmó lo que los científicos sospechaban desde hacía tiempo: que este tipo de visitas se repiten. En ocasiones, cometas o asteroides interestelares pueden entrar en el sistema solar, siguiendo órbitas muy diferentes de las de los objetos de su interior. Sin embargo, ¿cuál es la frecuencia de estas incursiones?

Según la Iniciativa de Estudios Interestelares (i4is), una organización sin fines de lucro dedicada a la investigación de futuros vuelos interestelares, aproximadamente siete objetos llegados de otras estrellas ingresan cada año en nuestro sistema solar. Sus órbitas, dicen, son predecibles mientras se encuentran en nuestro vecindario cósmico. En el estudio, publicado en el contenedor de prepublicaciones científicas Arxiv.org, han participado también investigadores de la Universidad de Texas en Austin, la de Harvard y el Instituto de Tecnología de Florida, entre otras instituciones.

De otra galaxia
El físico Marshall Eubanks, autor principal del estudio, cree que los descubrimientos de Omuamua y Borisov tienen un gran valor. «El mero hecho de probar su existencia ha tenido un impacto profundo, creando un campo de estudio casi de la nada», afirma en declaraciones a ‘Universe Today’.

[Retrato de cabeza a cola del segundo viajero interestelar]

El equipo calculó las velocidades esperadas de los visitantes interestelares y cuánto tiempo deberían permanecer en nuestro sistema solar, a partir de datos sobre el movimiento y la velocidad de estrellas cercanas del telescopio Gaia de la Agencia Espacial Europea (ESA). De esta forma, concluyeron que siete viajeros de otro sistema solar de un tamaño similar al de Oumuamua, de al menos cien metros de ancho, pasan a una unidad astronómica (la distancia entre la Tierra y el Sol) de nuestra estrella cada año. Sin embargo, los cometas como Borisov serían mucho más raros, apareciendo una vez cada diez o veinte años.

Además, estimaron que muchos de estos objetos se moverían a velocidades de hasta 100 km por segundo, mayores que las de Oumuamua, que se desplazaba a más de 26 km por segundo, y llegarían de algún punto de nuestra galaxia. En cambio, solo tres objetos por siglo superarían los 530 km por segundo, lo que significa que incluso podrían llegar de otra galaxia. Para los investigadores, esto podría suponer una oportunidad única de estudiar un objeto llegado de otro sistema e incluso de fuera de la Vía Láctea, algo absolutamente asombroso.

Busca y captura
Existen numerosas propuestas de naves espaciales que podrían encontrarse con este tipo de objetos, como el proyecto Lyra, presentado en 2017 por i4iS, que pretendía enviar una nave a Oumuamua para conocer sus secretos, aunque la roca abandonó el sistema solar poco después de ser descubierta. De hecho, los astrónomos tuvieron solo once días para realizar observaciones mientras la roca se despedía. Por su parte, el Comet Interceptor de la Agencia Espacial Europea (ESA) planea lanzar un nave en 2029 que quedaría ‘estacionada’ en un punto entre el Sol y la Tierra a la espera del paso de un cometa de largo recorrido.

Estas misiones darían a los científicos la oportunidad de estudiar de cerca objetos formados en otro sistema estelar y tener una idea de las condiciones que pueden encontrarse allí. «Los objetos interestelares nos brindan la oportunidad de estudiar, y en el futuro tocar literalmente, exocuerpos décadas antes de las primeras misiones posibles incluso a las estrellas más cercanas, como Proxima Centauri», dice Eubanks.

Para los autores, es la mejor alternativa al envío de sondas a sistemas estelares vecinos. Eso es lo que proyecta la iniciativa ‘Breakthrough Starshot’, que en su día obtuvo el respaldo científico del astrofísico británico Stephen Hawking y el económico del multimillonario ruso Yuri Milner, para enviar en el futuro, por primera vez, una nave espacial a Alfa Centauri, el sistema más cercano al Sol. Por su parte, i4iS ha comenzado a explorar la posibilidad de enviar una pequeña vela ligera, apodada Dragonfly.

Como todavía queda mucho tiempo hasta que una nave construida por el hombre logre alcanzar otro sistema planetario, estos visitantes interestelares pueden ponérselo en bandeja a los científicos.