Todo lo que esconde el nombre de las plantas

Por 11/04/2021 Portal

La ciencia que estudia la clasificación y denominación de las plantas es la botánica sistémica, que abarca, a su vez, la nomenclatura y la taxonomía. La nomenclatura es la responsable de los nombres que designan a las plantas, los cuales deben de cumplir ciertas normas que figuran en el Código Internacional; por su parte, la taxonomía se encarga de su clasificación.

Evidentemente el nombre de las plantas no ha sido siempre el mismo. En la antigüedad el primero que realizó una clasificación exhaustiva del reino vegetal fue Aristóteles (384 a. de C.-322 a. de C.). Se cree que escribió dos libros de botánica (‘Sobre las plantas’ y ‘Planchas anatómicas’) en donde dividió el reino vegetal en dos grandes grupos: plantas con flores y plantas sin flores. Más adelante su alumno Teofrasto (371-286 a. de C.) lo clasificaría en árboles, arbustos, subarbustos e hierbas.

El médico romano Dioscórides (40-90) fue el primero en describir plantas exóticas y clasificar las plantas medicinales en función de su semejanza y no por orden alfabético.

Su obra ‘Materia Médica’ fue el texto fundamental de la farmacología para los estudiantes de medicina hasta finales del siglo XVI.

En la Edad Media el obispo Alberto Magno (1193-1280) distinguió las plantas “sin hojas” (en donde se incluyen buena parte de las criptógamas) de las plantas “con hojas”.

Estas última, a su vez, las clasificó en “corticadas” (más adelante se llamaría monocotiledóneas) y “tunicadas” (las futuras dicotiledóneas).

La gran labor de clasificación botánica llegó, no obstante, en el siglo XVIII de la mano del botánico y naturalista sueco Carl von Linneo (1707-1778) al crear la nomenclatura binomial, formada por el género (con la letra inicial en mayúscula) y el epíteto o nombre específico, siempre en minúscula.

De las plantas officcinalis a las sativa
La etimología de la nomenclatura binominal es de una riqueza extraordinaria. En algún caso los prefijos utilizados denotan la ausencia de alguna característica de las plantas, por ejemplo, inermis, desarmada, sin espinas o aphyllus, sin hojas. En otras ocasiones nos descubre algún hábito de la planta, así, el nombre científico del cacahuete es Arachis hypogaea, del griego hypo, debajo, y gaia, tierra.

El epíteto officinalis significa literalmente perteneciente a la oficina, en referencia al almacén de los monasterios medievales. Cuando Linneo escribió ‘Systema naturae’ (1735) decidió utilizar este adjetivo para referirse a aquellas plantas que tuviera un uso medicinal. En el largo listado de las officinalis nos encontramos con la lavanda (Lavandula officinalis), el romero (Rosmarinus officinalis), la valeriana (Valeriana officinalis) o la hierba jabonera (Saponaria officinalis).

Muchas orquidáceas fueron nombradas como Epidendrum, un nombre genérico que procede del griego ept, sobre, y dendron, árbol, refiriéndose al hábito epifítico -de soporte- de estas flores. Próximo, etimológicamente, a este nombre está el de Philodendron, que deriva del griego philos, amor, y dendron, árbol, es decir, los amantes de los árboles, en alusión al hábito trepador de algunas de las plantas.

Otras plantas se acompañan del calificativo sativa, que indica que se han cultivado o se siguen cultivando, a diferencia de aquellas que son silvestres. Así por ejemplo, tenemos la avena (Avena sativa), el arroz (Oryza sativa) o la rúcula (Eruca sativa).

Nombres con pasado mitológico
Hay otras que delatan un origen divino, como por ejemplo Agave, que significa ilustre y que hace honor a la hija del rey Cadmo de Tebas y de la diosa Harmonia; Artemisia, en alusión a la diosa Artemisa, Centaurea, que hace referencia a los seres mitológicos mitad hombre y mitad caballo o las apollonias, un nombre genérico dedicado a Apolo.

Una de las plantas más apreciadas por las culturas precolombinas azteca y maya fue el cacahuatl, cuyo origen era atribuido a los dioses hasta el punto que los aztecas lo usaron como moneda. Linneo decidió otorgarle el nombre genérico de Theobroma, del griego alimento de los dioses y el epíteto específico cacao, de forma que a la planta de la cual procede el chocolate se la conoce como Theobroma cacao.

Para finalizar, el nombre científico del maíz es Zea mays, del griego zeo, que significa vivir, y de la palabra taína mahís, que se podría traducir como lo que sustenta la vida.

Un nombre muy afortunado, ya que actualmente el volumen de producción mundial de esta gramínea, que fue introducida en Europa en el siglo XVII, es mayor que el del trigo o el del arroz.

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.