Del lince se ha dicho, con razón, que es un débil genético. Víctima de la caza y los venenos, hace veinte años contaba con menos de cien ejemplares en la península ibérica. Pocos y reducidos a dos poblaciones aisladas en Doñana y Andújar, sufrieron la endogamia hasta convertirse en una de las especies con la diversidad genética más reducida del planeta, solo comparable al zorro de las islas del Canal en California o al delfín del río Yangtze. La falta de sangre nueva se tradujo en enfermedades, infertilidad y una mayor incapacidad para adaptarse a cambios ambientales. Estuvieron muy cerca de extinguirse. Solo los trabajos de conservación, que incluyen la cría en cautividad, lograron que estos felinos renacieran, hasta el… Ver Más