Descubren cómo viajar a través de un agujero de gusano y no morir en el intento

Por 14/09/2020 Portal

Un equipo de físicos del Instituto de Estudios Avanzados de New Jersey y de la Universidad de Princeton acaba de descubrir algo que hasta ahora parecía imposible: una forma «segura» de enviar una persona viva a través de un agujero de gusano. Los agujeros de gusano son hipotéticos «túneles» entre agujeros negros que conectan regiones distantes del Universo y cuya existencia está predicha por la Teoría de la Relatividad General de Einstein. Nadie, sin embargo, ha conseguido descubrir uno hasta ahora. El trabajo acaba de aparecer en el servidor de prepublicaciones arXiv.

Estudios anteriores sobre la misma cuestión habían considerado difícil, si no imposible, llevar a cabo este tipo de viajes. Incluso la propia Relatividad General, que describe el comportamiento de la gravedad y del espacio tiempo, establece que los agujeros de gusano, de existir, serían extremadamente pequeños, y que se cerrarían además cada vez que algo cayera dentro de ellos.

Pero Juan Maldacena y Alexey Milekhin han descubierto un modo en que los agujeros de gusano «atravesables» podrían existir, y todo sin violar ninguna de las leyes de la Física que conocemos. Para ello bastaría, según los investigadores, «incluir una dimensión adicional».

Maldacena y Milekhin, en efecto, calcularon que si hubiera una dimensión «extra» de espacio tiempo, ésta implicaría la existencia de un gran número de campos cuánticos. Y las fluctuaciones de esos campos producirían la energía negativa necesaria para evitar que el agujero de gusano colapse y se cierre.

Por supuesto, según señala el propio Maldacena, no hay evidencia de que todos esos campos cuánticos adicionales existan, aunque son teóricamente posibles. Lo cual abre otra interesante cuestión: ¿Sería viable «fabricarlos» artificialmente? Desde luego, no con nuestra actual tecnología.

¿Naturales o artificiales?
Existen, pues, dos posibilidades: que el proceso ocurra de forma natural, lo cual es extremadamente improbable; o que fuera posible crearlo de forma artificial. Es decir, podríamos pensar en una civilización lo suficientemente avanzada que hubiera sido capaz de conseguirlo. En teoría, en efecto, algo así podría hacerse únicamente con materia ordinaria y efectos cuánticos. Aunque, según los investigadores, probablemente el esfuerzo necesario para conseguirlo no valdría la pena.

La «pega», según explicaron ya en 2017 Daniel Jefferis, Ping Gao y el físico de Stanford Aron Wall es que sería necesario, primero, encontrar dos agujeros negros perfectamente entrelazados, un fenómeno de la mecánica cuántica en el que lo que le pase a uno de ellos tendrá un efecto inmediato sobre el otro. Y parece harto improbable que algo así exista en la naturaleza. Lo siguiente sería arrojar dentro de uno de ellos a una persona, medir la radiación Hawking que emite el agujero y llevarla después (por métodos convencionales) hasta el segundo agujero para manipularlo y conseguir que la persona vuelva a salir. Es decir, que se tardaría más que haciendo el viaje directamente a través del espacio. Algo muy poco práctico, desde luego.

Sin embargo, y volviendo a la Relatividad General, el tiempo pasaría de forma muy distinta para la persona que está dentro del agujero de gusano. Desde su perspectiva, en efecto, el viaje no tomaría mucho tiempo, aunque fuera del agujero todos sus familiares y conocidos envejecerán y morirán sin remedio, víctimas de los estragos del tiempo. El viajero, pues, volvería a emerger a través del segundo agujero en un mundo totalmente diferente al que dejó. Un mundo en el que podrían haber pasado siglos, o incluso milenios enteros.

Aparte de ese «pequeño inconveniente», el viaje en sí no presentaría mayores problemas: el viajero notaría primero cómo va acelerando lentamente hasta alcanzar una velocidad vertiginosa, próxima a la de la luz, para ir decelarando después hasta volver a emerger.

Un viaje bastante seguro, explica Maldacena, siempre y cuando el agujero de gusano se haya limpiado a fondo y todo lo demás no pueda entrar en él. De otro modo, caer dentro significaría una muerte segura. «Siempre que se viaje a una velocidad cercana a la de la luz -explica el científico- cualquier partícula o grano de polvo, o cualquier otra cosa que nos golpee sería problemática. Incluso un simple fotón podría ocasionar problemas».