Ya lo dijo una canción: “Todo lo que somos es polvo en el viento”, y dieron en el clavo. Que somos polvo de estrellas es algo que nos resulta familiar, no solo porque lo dijera Carl Sagan, sino porque, en 1957, la astrofísica Margaret Burbidge publicó el trabajo donde se demostraba que los elementos químicos se producen en el interior de las estrellas. La parte quizás menos conocida de esta historia es que sin un fenómeno conocido como vientos estelares no seríamos nada.