La nave Solar Orbiter, lanzada en febrero de 2020, sigue su camino hacia el Sol para conseguir tomar las primeras imágenes de los polos de nuestra estrella y conseguir desentrañar algunos de sus principales misterios. Sin embargo, durante el camino ya está aportando material y datos sobre el que los científicos ya pueden empezar a trabajar. Y, a pesar de que los seis instrumentos de detección remota se están dedicando sobre todo a la calibración y solo se activan durante ventanas de comprobación y campañas específicas, estos ya han revelado algunas sorpresas.
El acercamiento al Sol que tuvo lugar en el perihelio del 10 de febrero de 2021, durante el cual la nave se situó a la mitad de la distancia entre la Tierra y nuestra estrella, ofreció una oportunidad a los equipos para probar los instrumentos y prepararse de cara a la futura fase científica. Durante este paso cerca del Sol, la nave se encontraba ‘detrás’ de nuestra estrella, vista desde la Tierra, por lo que las velocidades de transmisión de datos eran muy bajas. Es por ello que la información ha tardado mucho en llegar hasta los laboratorios terrestres, aunque los primeros datos se muestran realmente prometedores: las primeras imágenes de Solar Orbiter de una eyección de masa coronal o las instantáneas del ‘bombazo’ solar más potente de nuestra estrella.
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Observaciones casuales
Por casualidad, tres de los instrumentos de detección remota de Solar Orbiter capturaron un par de eyecciones de masa coronal en los días posteriores al acercamiento máximo. La Cámara de Imagen del Ultravioleta Extremo (EUI), la Cámara de Imagen Heliosférica (SoloHI) y el coronógrafo Metis captaron distintos aspectos de las dos eyecciones que se produjeron a lo largo del día.
Asimismo, las eyecciones fueron observadas por el satélite Proba-2 de la ESA y el Observatorio Heliosférico y Solar (SOHO) de la ESA/NASA desde la cara ‘delantera’ del Sol, mientras que el observatorio STEREO-A de la NASA, alejado de la línea Sol-Tierra, también vio parte de estos eventos, lo que ha permitido obtener una vista global de lo sucedido.
En el caso de SoloHI, era la primera eyección de masa coronal que observaba el instrumento de Solar Orbiter; Metis ya había detectado una el día 17 de enero y EUI otra en noviembre del año pasado. Los detectores in situ del satélite, por su parte, capturaron la primera eyección poco después del lanzamiento en abril de 2020. Muchos de estos instrumentos in situ también detectaron actividad de partículas alrededor de las eyecciones de febrero de 2021: en estos momentos se están analizando los datos, que se presentarán más adelante.
En el caso de SoloHI, la captura de la eyección fue toda una suerte, pues tuvo lugar durante el tiempo ‘extra’ de la telemetría. Una serie de mejoras en las antenas terrestres incorporadas desde que se planificó la misión permitieron al equipo descargar datos en momentos en los que no se esperaba que fuera posible, aunque a velocidades de telemetría menores. Así pues, decidieron recopilar dos horas de datos de una de las cuatro placas de detección del instrumento, y dio la casualidad de que durante ese lapso capturaron una eyección.
Meteorología espacial
Las eyecciones de masa coronal constituyen una parte importante de la meteorología espacial. Sus partículas desencadenan auroras en los planetas con atmósferas, aunque también pueden provocar fallos de funcionamiento en ciertas tecnologías y son nocivas para los astronautas desprotegidos. Por eso es importante comprender las eyecciones y poder seguir su evolución conforme se propagan a través del Sistema Solar.
Estudiar las eyecciones de masa coronal es solo uno de los aspectos de la misión Solar Orbiter. El satélite también efectuará observaciones inéditas del Sol de cerca y desde sus latitudes más altas, ofreciendo las primeras imágenes de regiones jamás cartografiadas de nuestra estrella. Junto con datos sobre el viento solar y mediciones del campo magnético en los alrededores de la nave, la misión ofrecerá nueva información sobre el funcionamiento de la estrella a lo largo de su ciclo de once años, lo que nos permitirá predecir con mayor precisión los periodos de tormentas espaciales.