“Este fue el primer psicópata al que me enfrenté. Y el peor, porque este no avisa. Su peligro es su amabilidad y su educación. No creo que haya en España uno peor que él”. El subteniente de la Guardia Civil Tomás Calviño dejó su trabajo en homicidios cuando se cerró el caso de Joaquín Ferràndiz, el hombre que, a mediados de los 90, asesinó a cinco mujeres en Castellón. “Era un cazador. Él salía con su novia, la dejaba en casa y era entonces cuando se iba a los locales a observar mientras bebía vodka con naranja. Siempre vodka con naranja”, recuerda el veterano agente.