Elisabeth Eidenbenz, la enfermera que salvó la vida de cientos de niños y embarazadas españoles

Por 21/08/2020 Portal

La Segunda Guerra Mundial está plagada de experimentos nazis, injusticias, asesinatos y todo tipo de historias que tiñen las páginas de negro. En esa época, por vez primera, los médicos no dudaron en atravesar la línea del mal y despedazar de forma flagrante su juramento hipocrático.

Pero, afortunadamente, también hay personajes que enderezaron los renglones torcidos, como fue el caso de la historia de la maternidad de la ciudad de Elna.

Refugiados españoles en Francia
Entre finales de enero y mediados de febrero de 1939 llegaron al sur de Francia medio millón de refugiados españoles que huían de las tropas sublevadas españolas. Bajo aquella bóveda azulada buscaban el cobijo del gobierno francés.

Sin embargo, gran parte de aquel ejército de las alpargatas acabó ingresando en el campo de concentración francés de Argelès-sur-Mer. Sabemos que, entre las alambradas y el piélago, estuvieron aprehendidos hasta ochenta mil españoles.

Entre los refugiados había ancianos, adultos, niños… y embarazadas. Todos ellos sufrían la falta de higiene, una pésima alimentación, un frío terrorífico y enfermedades propias del hacinamiento.

La disentería, la neumonía, la tuberculosis y la fiebre tifoidea acamparon a sus anchas; infecciones a las que se añadieron la tiña y la sarna. Tampoco faltaron las úlceras cutáneas y de las vías respiratorias generadas por las tempestades de arena.

Mortalidad perinatal próxima al 95%
Cuando llegaba el momento del parto las gestantes eran forzadas a dar a luz entre la paja de los establos. Pocos días después, sin esperar la más mínima recuperación, madre e hijo regresaban junto al resto de los refugiados.

No era del todo infrecuente que las parturientas enterrasen a los recién nacidos en la arena para protegerlos del viento de tramontana que sopla en esa zona del sudeste francés o darles de beber agua del mar ante la falta de biberones.

Todos estos datos permiten explicar por qué la mortalidad infantil en Argelès-sur-Mer llegó a alcanzar al noventa y cinco por ciento.

La maternidad de Elna
Elna es una localidad francesa de apenas siete mil habitantes que se encuentra enclavada en la región de Languedoc-Rosellón, apenas a diez minutos en coche de Perpiñán. Entre 1939 y 1945 fue sede de una maternidad improvisada en donde nacieron casi seiscientos niños cuyas madres eran refugiadas españolas.

Este oasis de sentido común se montó en el castillo de d´En Bardou, un edificio construido en 1900 y que a finales de la década de los treinta permanecía abandonado.

La Cruz Roja Internacional se encargó del suministro de alimentos (leche condensada, queso, conservas, harina, arroz, biberones y medicinas), en los huertos de la maternidad se cultivaron verduras y frutas, y el centro dispuso de tres enfermeras en plantilla fija. A esto hay que añadir una comadrona y un doctor que ayudaban de forma eventual. El resto del equipo lo formaban mujeres voluntarias.

Sabemos que la media de partos mensuales en la maternidad de Elna fue de una veintena y que contó con cincuenta camas distribuidas en habitaciones de cuatro a ocho camas. Quizás una de sus singularidades era los nombres de las habitaciones: Barcelona, Bilbao, Madrid, Sevilla, Zaragoza, Santander, Marruecos, Polonia, Suiza y París.

La artífice de este milagro fue una maestra y enfermera suiza –Elisabeth Eidenbenz (1913-2011)–. Su osadía y tenacidad salvaron la vida de más de un millar de personas.

Terminada la contienda, cuando los periodistas se acercaban a entrevistarla y conocer los prolegómenos de la historia, con la humildad propia de los grandes seres humanos, se limitaba a responder: «Yo únicamente cumplía con mi deber».

M. Jara

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.