La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha urgido a los ciudadanos a alejarse de las aves moribundas para evitar que la gripe aviar salte a los humanos y se multiplique el riesgo de sufrir una nueva pandemia. El análisis del primer caso de esta enfermedad animal en una persona en América Latina, sin embargo, ha destapado una preocupante falta de controles y vigilancia. Una familia de una aldea de Ecuador compró en diciembre unas gallinas que murieron a los pocos días, a apenas 100 kilómetros de la granja en la que se acababa de detectar el primer brote de gripe aviar del país. Una niña de 9 años de la casa empezó a presentar síntomas gripales el 25 de diciembre y tuvo que ser ingresada cinco días después, pero no se enviaron muestras para analizar hasta el 5 de enero y el positivo no se comunicó a la OMS hasta el 9 de enero. Los científicos que han estudiado a la niña alertan del “alto riesgo” de que casos así provoquen la aparición de nuevas variantes que representen “una amenaza de pandemia” para la humanidad.