El Centro Internacional de Matemáticas Puras y Aplicadas (Cimpa), sociedad de la Unesco dedicada a la promoción de la investigación matemática en países en desarrollo, estudiará este martes (5 de julio) en su asamblea general la expulsión de España de la institución por no pagar sus aportaciones anuales desde hace tres años. «La cuantía no es muy elevada, asciende a 30.000 euros, pero el Gobierno español nos ignora cuando lo reclamamos», afirma Alfonso Gordaliza, presidente del Comité Español de Matemáticas (CEMat), que aglutina a las diferentes sociedades en este campo en nuestro país.
El Cimpa, con sede en Niza, tiene como actividad principal la creación de escuelas de investigación en países en vías de desarrollo. Desde su fundación por Francia en 1978, ha financiado más de 340 escuelas en 62 estados diferentes. Además, organiza cursos especializados y financia becas para que futuros matemáticos completen su formación en centros de prestigio.
España se sumó al Cimpa en 2010 y posteriormente lo hicieron Noruega y Suiza, y recientemente, Alemania. Según Gordaliza, la implicación de la comunidad española ha sido muy importante, supervisando de forma altruista escuelas desde Senegal, El Congo o Marruecos, a India, Irán, Iraq, Colombia, Perú o Filipinas.
La integración de España a la organización se llevó a cabo a través de un acuerdo marco asumido por el ministerio competente en temas científicos (Ciencia e Innovación) que entonces presidía Cristina Garmendia, y en el que nuestro país se comprometía a aportar financiación anual y a colaborar activamente en su estructura. Pero, según Gordaliza, hace tres años, «sin explicaciones» y «de una manera inexplicable», el dinero dejó de llegar. Desde entonces, ni el Ministerio de Ciencia ni el de Universidades, ahora separados, les han dado ninguna respuesta, sin tener claro siquiera qué cartera es la que debe hacerse cargo. «Ha llegado un momento en el que ni nos contestan los mails», se lamenta.
«Preocupación extrema»
La comunidad matemática española asegura tener una «preocupación extrema» por los impagos. «En cada reunión de Cimpa, los matemáticos españoles somos interpelados sobre esta situación y tenemos que confesar, con vergüenza, que nuestros esfuerzos están siendo estériles», subrayan desde el CEMat. Sin embargo, para Gordaliza la aportación económica de 30.000 euros anuales es una cantidad «modesta que no va a ninguna parte», especialmente si se compara con los 237.000 euros de Francia o los 130.000 euros de Suiza en 2020.
Además, el responsable del CEMat considera que esta actividad supone un beneficio «innegable» para España, al proyectar la imagen de un país comprometido con la cooperación en materia de ciencia, además del impacto científico en los países beneficiarios, muchos de ellos en Latinoamérica. «Para que vea el contraste, el mismo día en el que corremos el riesgo de ser expulsados interviene en la asamblea general una matemática española para dar cuenta de una escuela en Mozambique, verdaderamente con mucho éxito», señala.
Hace algunos meses se produjo una situación parecida. El Consorcio Europeo para Perforaciones de Investigación Oceánica (Ecord), que financia costosísimas expediciones en el fondo marino, suspendió la participación de nuestro país tras cinco años sin abonar su cuota. Gordaliza teme que los matemáticos españoles correrán la misma suerte.