El boquerón (Engraulis encrasicolus) es una de las especies de pescado referente en Málaga. Su calidad, una enorme tradición y su precio —unos tres euros el kilo en lonja— hacen que se consuma mucho. Tanto, que a los malagueños se les conoce con el sobrenombre de “boquerones”. Las capturas de esta especie a lo largo del tiempo han sido muy variables, con años buenos y malos y una tendencia a la baja. Ahora, una investigación del Instituto Español de Oceanografía (IEO) desarrollada con metodologías acústicas ha permitido comprobar las condiciones que hacen de la bahía de Málaga el refugio ideal para las larvas de esta variedad. Y, sobre todo, cómo los recién nacidos se desplazan en grandes masas hacia el fondo marino para protegerse. “Ahora podemos entender mucho mejor el ciclo biológico de la especie y ayudar a tener una pesquería sostenible”, explica Ana Ventero, doctora en ecología marina y autora principal de un estudio publicado en la revista especializada Fisheries Research, que viene a confirmar lo que la tradición y los estudios de ictiología (la rama de la zoología dedicada a los peces) realizados en la zona venían apuntando desde hace años.
Momento crítico para el boquerón
En lo que llevamos de siglo XXI, la media de capturas de boquerón en todo el mar de Alborán es de 944 toneladas anuales. En los años ochenta, superaba las 2.000. La tendencia es descendente, pero desde el Instituto Español de Oceanografía apuntan a que la población se recupera lentamente. De hecho, las capturas del año 2019 son más del doble que las del año anterior: 2.341 toneladas frente a 1.086, un indicio de que la situación ha mejorado.
Ana Giráldez, investigadora del IEO en Fuengirola, asegura que la población está muy lejos de la situación óptima que había, por ejemplo, en los años setenta; sin embargo, apunta a que hay factores ambientales —corrientes, temperaturas del agua, vientos, entre otros— que influyen en el número de ejemplares. Además, subraya que la pesca está regulada en su talla mínima (nueve centímetros), cuotas de desembarco semanales (7.000 kilos), el tamaño de las artes o hasta un paro de un mes al año. Y destaca que prácticamente han desaparecido prácticas tradicionales como la pesca de los llamados boquerones victorianos —juveniles— y los mal llamados chanquetes —en realidad, larvas—. Todo ello ayuda a la recuperación de la especie pero, por ahora, “los grupos de trabajo de evaluación recomiendan no aumentar el esfuerzo pesquero sobre el boquerón en el mar de Alborán”, señala la especialista.