Las increíbles historias de los humanos con memoria de elefante

Por 06/03/2021 Portal

A comienzos de noviembre de 1951 nació Kim Peek, un niño con macrocefalia y daño cerebral. Antes de cumplir un año de vida los pediatras pronosticaron a sus padres que su retraso era tan grave que nunca caminaría ni hablaría, por lo que les recomendaban el ingreso en una institución. A los seis años otro médico les invitó a que valorasen la posibilidad de realizar una lobotomía.

A pesar de estos pronósticos tan aciagos, la verdad es que Kim, a la edad de siete años, caminaba y había sido capaz de memorizar los primeros ocho volúmenes de una enciclopedia.

Ocho años después ya había completado las asignaturas de secundaria y se pasaba la mayor del tiempo memorizando libros en la biblioteca de Salt Lake City, la ciudad en la que residía.

Peek sufría una agenesia del cuerpo calloso y de la comisura cerebral anterior, de forma que sus hemisferios cerebrales estaban inconexos. Este trastorno anatómico le permitió leer más de doce mil libros –era capaz de leer dos páginas simultáneamente- y recordar la totalidad de los mismos.

Su vida fue llevada a la gran pantalla en la película ‘Rain Man’, que fue cuatro veces oscarizada, una estatuilla premió al mejor actor principal, Dustin Hoffman, y otra al mejor guion original, Barry Morrow. Se cuenta que el guionista cedió su Óscar a Peek, el cual lo llevaba siempre consigo en sus apariciones públicas hasta el momento del fallecimiento.

En el año 2008 un grupo de científicos concluyó que, posiblemente, Peek no sufría autismo, tal y como se creía hasta entonces, sino un trastorno genético denominado FG -identificado por vez primera en 1974- provocado por una anomalía en el cromosoma X.

El ‘hombre Google’
Uno de los mayores misterios de nuestro organismo son esos mil trescientos gramos de masa que llamamos cerebro. En ellos almacenamos, como si de un baúl se tratase, nuestras vivencias.

Para la gran mayoría de nosotros esa valija está desordenada, con recortes de álbum, fotografías descoloridas, hojas arrugadas, partituras desafinadas… por mucho que nos guste aferrarnos a nuestro pasado el paso del tiempo va difuminando nuestros recuerdos.

Sin embargo, hay algunas personas que tienen una plasticidad neuronal hipertrofiada que les permite almacenar con enorme claridad y rigurosidad todos sus recuerdos. En el año 2000 se bautizó este tipo de anomalía cognitiva como ‘memoria autobiográfica muy superior’ (HSAM por sus siglas en inglés) o, simplemente, hipertimesia.

Las personas que sufren hipertimesia tienen una memoria ‘egocéntrica’ ya que son capaces de recordar con extraordinario detalles su ficha autobiográfica, sin embargo, no son capaces de evocar información impersonal, como podría ser la lista de los reyes de los godos, mejor que otras personas.

Además, este trastorno es un regalo emponzoñado, porque la precisión de los recuerdos es tanto para los buenos como para las situaciones desagradables.

Uno de los casos más conocidos a nivel internacional es el de Brad Williams, su portentosa memoria ha sido retada en numerosos programas de televisión, saliendo siempre airosa, por lo que se ha ganado a pulso el título de ‘hombre Google’.

La vida reducida a nueve segundos
En 1985 un director de orquesta británico llamado Clive Wearing sufrió una encefalitis cerebral como consecuencia de una infección por un virus herpes. A pesar de la gravedad clínica consiguió recuperarse y salir adelante, eso sí con una terrible secuela, una lesión en el hipocampo, la región encargada de almacenar los recuerdos.

Desde aquel momento su capacidad retentiva ha quedado reducida a tan sólo nueve segundos. Wearing es incapaz de ver una película, leer un libro o mantener una sencilla conservación, tan sólo es capaz de recordar su nombre, a su mujer y sus hijos, pero no recuerda cómo se llama.

Además, la amnesia afecta tanto a la capacidad de recordar sucesos previos a la enfermedad –amnesia retrógrada- como a recordar hechos nuevos –amnesia anterógrada-. Por último, y esto es todavía más fascinante, es capaz de tocar el piano, a pesar de no ser consciente de saber música.

Para finalizar, nos quedamos con una de las frases más memorables de Mario Benedetti: «cinco minutos bastan para soñar toda una vida».

M. Jara

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación