Los inventos de «Frau Bluetooth», la mujer más bella del mundo

Por 19/12/2020 Portal

La austriaca Hedy Lamarr (1914-2000) fue en muchos aspectos una incomprendida y una adelantada a su tiempo, especialmente a lo que a tecnología se refiere. Desde muy joven supo que su gran vocación era la interpretación, por ese motivo encaminó sus primeros pasos hacia la academia berlinesa del director Max Reinhardt. Allí hizo sus primeros pinitos antes de cumplir la mayoría de edad, utilizando su auténtica identidad, Hedy Kiesler.

Su primer papel importante llegó a los dieciocho años con «Ecstasy» (1933), una película de factura checa que ha pasado a los anales del Séptimo Arte por su elevado contenido erótico -aparecía completamente desnuda- y porque protagonizó el primer orgasmo femenino de la historia del cine.

Fue un verdadero escándalo, Hedy estuvo en boca de medio mundo, el Papa denunció el filme e incluso Hitler llegó a prohibir su proyección en las salas alemanas.

Poco tiempo después se casó con el fabricante de armas austriaco Fritz Mandl, treinta años mayor que ella, el proveedor oficial de armas de los regímenes fascistas italiano y alemán. Fue una época gris, en la que su esposo ejerció un férreo control sobre su vida hasta el punto de obligarla a abandonar los estudios cinematográficos.

Los acontecimientos que propiciaron el inicio de la Segunda Guerra Mundial, unidos a su condición de judía, favorecieron que dejase a Mandl, el primero de sus seis esposos, y huyese a Inglaterra disfrazada de asistente doméstica.

En la capital inglesa se entrevistó con el productor Louis B Mayer, quien la consiguió su primer papel para la Metro Goldwin Mayer, fue un punto de inflexión en su apoteósica carrera.

En la década de los treinta y cuarenta compartió reparto con actores de la talla de Spencer Tracy, Jame Stewart o Clark Gable. Hedy no sólo fue aplaudida por sus excelentes interpretaciones, sino que al mismo tiempo fue considerada la mujer más bella del mundo.

Años más tarde su inolvidable rostro sirvió de inspiración para dos personajes conocidos por todos los públicos: Blancanieves y Catwoman.

Además de guapa, lista
Hasta aquí la parte más conocida, pero quizás no todos sepan que debajo de ese rostro agraciado se escondía una mente prodigiosa para la invención y que algunos de los sus descubrimientos acabaron cristalizando en la tecnología que utilizamos a diario, como el WiFi y el Bluetooth.

Fue durante la Segunda Guerra Mundial cuando descubrió su talento innato para la física y las matemáticas, dos ingredientes que unidos a su enorme creatividad dieron soluciones a varios problemas complejos. Por ejemplo, fue ella quien dio la idea a Howard Hughes de revolucionar el diseño de las alas de los aviones, añadiendo curvas y consiguiendo formas más aerodinámicas.

Además, trabajó en nuevas señales de tráficos, en pastillas para transformar el agua en refrescos o en un sistema de transmisión de radio con saltos de frecuencia -espectro expandido- que impidiesen que las señales de control de los torpedos de los aliados pudiesen ser interceptadas por los nazis.

Desgraciadamente Hedy se había adelantado en varias décadas, no había tecnología suficiente para poder hacer frente a aquellas invenciones. Fue mucho tiempo después, cuando la idea de las frecuencias cambiantes dio origen al Bluetooth y al WiFi, de forma que se puedan evitar las interferencias producidas por otros dispositivos cercanos.

Su trayectoria, al menos, cristalizó en dos reconocimientos: Hedy Lamarr tiene su estrella propia en el Paseo de la Fama de Hollywood y ha sido incluida en el Salón de la Fama de los Inventores de Estados Unidos. Además, y de esto seguramente estaría muy orgullosa, todos los 9 de noviembre, la fecha de su nacimiento, su Austria natal celebra el «Día del Inventor».

Para finalizar nos quedamos con una de sus frases más recordadas: «Cualquier mujer puede tener glamour, lo único que necesita es quedarse quieta y poner cara de tonta».