Nuestra especie llegó a Europa 5.000 años antes de lo que se pensaba

Por 28/09/2020 Portal

Un equipo de investigadores capitaneado por Jonathan Haws, de la Universidad de Louisville, ha llegado a la conclusión de que los humanos modernos (nosotros) llegaron a Portugal, el extremo más occidental de Europa, hace entre 41.000 y 38.000 años. Es decir, unos 5.000 años antes de lo que se pensaba. Los científicos, en efecto, han descubierto en la cueva Lapa do Picareiro, en la costa atlántica central portuguesa, una serie de herramientas de piedra de esa antigüedad del mismo tipo y tecnología que las utilizadas por nuestros antepasados directos. El hallazgo se acaba de publicar en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Las herramientas, en efecto, vinculan claramente el lugar con otros yacimientos muy similares en una amplia región entre Eurasia y la llanura rusa, y demuestran una rápida expansión hacia el oeste de los primeros humanos como nosotros. Nuestros antepasados, pues, cruzaron y se asentaron en todo el continente en el transcurso de unos pocos miles de años. Hasta ahora se pensaba que la zona en la que se han encontrado las herramientas estaba poblada, en ese momento, solo por neandertales. El hallazgo ayudará a comprender mejor la interacción entre las dos especies humanas y la desaparición final de una de ellas.

Según Lukas Friedl, antropólogo de la Universidad de West Bohemia en la república Checa y coautor de la investigación, «la cuestión de si los últimos neandertales supervivientes en Europa fueron reemplazados o asimilados por los humanos modernos entrantes es un problema de larga data y sin resolver en paleoantropología. Las fechas tempranas de las herramientas auriñacienses de Picareiro probablemente descartan la posibilidad de que los humanos llegaran a un lugar ya desprovisto de neandertales desde hacía largo tiempo. Y eso es muy emocionante».

Taburetes de piedra
Hasta ahora, la evidencia más antigua de humanos modernos en la Península Ibérica procedía de la cueva de Bajondillo, en Málaga. Pero el hallazgo en Picareiro de objetos como taburetes de piedra tallados con tecnología auriñaciense, asociada a los primeros humanos modernos de Europa, no deja lugar a dudas. «La evidencia de nuestro estudio -explica Haws- respalda definitivamente los que ya se sugería en Bajondillo respecto a una llegada temprana de humanos modernos, aunque aún no está claro cómo llegaron a Picareiro. Puede que lo hicieran a lo largo de ríos que fluyen de este a oeste, pero aún es posible una ruta costera».

Saber cómo y cuándo exactamente se propagaron los humanos anatómicamente modernos por Europa es de la máxima importancia para comprender cómo nos convertimos en una especie global. El hallazgo de Picareiro, además, hace mucho más probable la relación de nuestra especie con los neandertales, ya que adelanta su encuentro 5.000 años.

La cueva portuguesa lleva excavándose desde hace 25 años y ha producido un excelente registro de la ocupación humana de la región durante los últimos 25.000 años. Pero ahora la investigación puede remontarse hasta la llegada de los primeros humanos modernos y en cómo éstos se relacionaron con los neandertales.

Las fechas que se manejaban hasta ahora, en efecto, sugerían que nuestros antepasados llegaron a Portugal después de la desaparición de los neandertales, pero los nuevos hallazgos sugieren con fuerza la posibilidad de que ambos grupos compartieran territorio durante varios miles de años. Lo cual favorece no solo el intercambio de tecnología y herramientas, sino también de compañeros, y eso posiblemente podría explicar por qué muchos europeos tienen genes neandertales.

«Ahora -dice Friedl- estamos esperando a que aparezcan nuevos fósiles humanos que nos digan más sobre la naturaleza de la transición».

Sin embargo, y a pesar de la superposición de fechas, los neandertales continuaron usando las mismas herramientas que tenían antes de la llegada de los humanos modernos, construidas con una técnica totalmente distinta, lo que podría interpretarse como una falta de contacto directo entre ambas especies.

Época fría y seca
Los sedimentos de la cueva también contienen un rico y muy bien conservado registro paleoclimático que permite reconstruir las condiciones ambientales de la época de los últimos neandertales y los primeros humanos.

Para Michael Benedetti, de la Universidad de Carolina del Norte en Wilmington y tercer director de la investigación, «estudiamos los cambios en el tamaño de los clastos de piedra caliza y la química del fino sedimento fangoso que llena la cueva para comprender el contexto paleoclimático de la transición. Nuestro análisis muestra que la llegada de los humanos modernos se corresponde con, o es ligeramente anterior a, una fase extremadamente fría y seca. Las duras condiciones ambientales durante este periodo plantearon desafíos a los que tuvieron que enfrentarse tanto los humanos modernos como las poblaciones neandertales».