Nuestros días son más largos que los de nuestros antepasados

Por 13/07/2020 Portal

Al menos en la teoría, un globo terráqueo de sobremesa está diseñado para ser una esfera geométrica perfecta y girar de forma, igualmente perfecta, a lo largo de un eje imaginario que une el polo norte con el polo sur.

En la realidad, y si entramos en detalle, la Tierra dista mucho de ser una esfera perfecta geométricamente y su rotación oscila levemente de forma periódica, estando sujeta a múltiples factores, como ahora veremos.

Los seísmos son capaces de reducir ciudades enteras a escombros y cobrarse en minutos miles de vida, pero su impacto no se limita a eso, también pueden mover montañas y alterar el eje terrestre.

En abril del 2015 un devastador terremoto –de magnitud 7,8 en la escala de Richter- sacudió el Nepal hasta tal punto que desplazó la cima del monte Everest tres centímetros hacia el suroeste.

Si echamos la vista un poco más atrás, el once de marzo del año 2011 un seísmo de nueve grados de magnitud asoló el país del sol naciente. El corrimiento de tierras fue tal que en algunas partes de Japón hubo desplazamientos de hasta cuatro metros. Los expertos calculan que fue el quinto terremoto más grande en los últimos cien años.

Este seísmo modificó nuestro eje terrestre en casi diecisiete centímetros en dirección 133 grados longitud este, provocando que la Tierra gire un poco más rápido y que, de esta forma, se acorte la duración del día en uno con ocho microsegundos.

A pesar de todo, los días son más largos La verdad es que no era la primera vez que esto sucedía, ya en el año 2008 el pueblo chileno sufrió un terrible terremoto que movió el eje también unos centímetros y acortó los días en 1,26 microsegundos.

Con todos estos datos podríamos pensar que los días son cada vez más cortos, sin embargo, hace algún tiempo un equipo de astrónomos del Real Observatorio de Greenwich sacó a la luz un estudio que concluía que la media de cada día se había alargado a una velocidad de 1,8 milisegundos por siglo.

Este “estiramiento horario” no es nuevo, se ha producido sin solución de continuidad durante los últimos veintisiete siglos. Si hacemos un pequeño cálculo matemático llegaremos a la conclusión de que para alargar nuestro día en un minuto necesitaremos “tan sólo” esperar 5,2 millones de años.

La Luna también tiene su parte de responsabilidad
Según las estimaciones más precisas, hace unos mil cuatrocientos millones de años un día terrestre duraba únicamente dieciocho horas, a pesar de que la duración del año era similar a la actual.

La explicación a esta diferencia hay que buscarla en la Luna. En aquellos momentos el satélite estaba mucho más cerca de nuestro cielo nocturno, lo cual se traducía en un giro más rápido sobre el eje.

Se calcula que anualmente la Luna se aleja perezosamente de nosotros a un ritmo de cuatro centímetros, por lo que la influencia de su gravedad es cada vez un poco menor.

El cambio climático, eso que tanto depende de la mano del hombre, también tiene su granito de arena en la duración de los días. El calentamiento global ha derivado en un paulatino deshielo y, consecuentemente, en un aumento del nivel del mar. Este hecho se traduce en una deriva del eje de rotación de la Tierra, un concepto que los expertos han bautizado como “movimiento polar”.

En definitiva, nuestro pequeño mundo azul es extraordinariamente frágil y hay multitud de “insignificantes” detalles que influyen en su estabilidad y en la duración de los días.

M. Jara

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.