Hace 40 años, de todas las mujeres diagnosticadas de cáncer de mama, alrededor del 70% permanecían al menos cinco años sin sufrir una recaída. Ahora, esa cifra se acerca al 90%. Ese progreso se ha logrado, entre otras cosas, gracias a la comprensión de la enorme diversidad de esta enfermedad. La quimioterapia ya desde los años 70 había demostrado su capacidad para mejorar las perspectivas de las pacientes cuando se aplicaba después de la cirugía. Se añadieron los tratamientos hormonales y, más adelante, las terapias dirigidas, eficaces frente a tumores que expresaban en exceso la proteína HER2, que han reducido paulatinamente el impacto del cáncer de mama. Sin embargo, hay un tipo de estos tumores del que se desconocen puntos débiles como los que han hecho posibles los avances anteriores. Los conocidos como triple negativo, porque sus células no tienen receptores de estrógeno ni progesterona y producen poco HER2, aún tienen escasas opciones terapéuticas. Son alrededor del 15% de los tumores de mama, son más comunes entre las menores de 40, mucho más agresivos y con peor pronóstico.