Un día de 2019, en Sudáfrica, un enorme elefante se lanzó contra un grupo de turistas atemorizados. Uno de ellos era el psicólogo Raül Andero. “Me quedé completamente petrificado”, recuerda. Esa reacción de congelación ante el peligro es casi universal en los mamíferos. En su laboratorio de la Universidad Autónoma de Barcelona estudia el efecto del miedo en la memoria usando ratones a los que somete a pitidos agudos y pequeñas descargas eléctricas. Cuanto más tiempo pasan paralizados los animales al escuchar el pitido, más vivo es el recuerdo del trauma pasado. El objetivo final de Andero es lograr modular la memoria de los ratones para que el miedo no los paralice. Es el primer paso para conseguir lo mismo en personas que sufren ansiedad, traumas después de una agresión o un accidente o fobias que les impiden vivir con normalidad.