Un nuevo mutante puede ser la causa del regreso de un patógeno que iba a ser erradicado

Por 08/10/2020 Portal

La higiene y los antibióticos habían puesto a raya a la escarlatina, una dolencia causada por la bacteria Streptococcus pyogenes. Los síntomas que causa son dolor de garganta, fiebre, dolor de cabeza, inflamación de los ganglios linfáticos y sarpullidos, especialmente entre los niños de cinco a 15 años. Pero desde hace diez años, los casos de escarlatina están en aumento en Reino Unido, Corea del Sur, Vietnam o China. Y se desconoce la causa.

Un nuevo estudio que se ha publicado en «Nature Communications» ha dado algunas pistas de lo que puede estar ocurriendo. Científicos de la Universidad de Queensland, Australia, han detectado genes implicados en la producción de superantígenos, moléculas reconocidas por el sistema inmunitario y que producen un síndrome tóxico.

«A partir de 2011, el alcance real de la pandemia —de escarlatina— se hizo evidente, después de detectar un segundo brote en Reino Unido», ha explicado Stephan Brouwer, investigador de la Universidad de Queensland y coautor del trabajo. «Ahora, hemos descubierto brotes aislados en Australia». De hecho, este resurgir ha multiplicado por cinco la incidencia de la enfermedad y ha causado más de 600.000 casos en todo el mundo.

Genes «robados» a un virus
Investigando los genes de una cepa de S. pyogenes del noreste asiático los autores detectaron un superantígeno que parece facilitar a la bacteria el acceso a las células hospedadoras y que nunca se había detectado antes en ninguna bacteria.

Esto subraya no solo la importancia de investigar ese antígeno, sino también que las cepas que están resurgiendo no descienden de las mismas bacterias que se extendieron durante el siglo pasado: por así decirlo, este mutante o cepa aprendió por su cuenta a saltarse las defensas del organismo.

Lo más interesante, es que parece ser que la bacteria adquirió esta herramienta con la ayuda inesperada de un fago, un virus que infecta a bacterias, según han propuesto los investigadores: «Las toxinas habrían sido transferidas a la bacteria cuando fueron infectadas por virus portadores de esos genes de toxinas», ha dicho Mark Walker, también coautor del trabajo.

Los investigadores han demostrado que estas toxinas le permiten a la bacteria colonizar de forma más eficaz a su hospedador, dejando atrás a otras variantes de S. pyogenes menos eficaces. De hecho, al desactivar estos genes, han comprobado cómo la bacteria pierde su capacidad de infectar a animales de laboratorio.

Relación con la COVID-19
Los autores del trabajo han comentado que la pandemia de COVID-19 ha facilitado probablemente la contención de la escarlatina, porque esta dolencia se transmite también a través de aersoles. No obstante, creen que cuando se levanten las restricciones y las medidas de protección la escarlatina podría resurgir.

«Al igual que con la COVID-19, una vacuna será crítica para erradicar a la escarlatina, una de las enfermedades infantiles más generalizada y letales», ha concluido Mark Walker. Hasta ahora, los esfuerzos han sido en vano.