Aunque a simple vista las nubes, ríos y océanos nos den una apariencia de un planeta Tierra rebosante de agua, las apariencias engañan. Como en casi todo, nada es lo que parece si cambiamos el modo de mirar. Las condensaciones de agua en la atmósfera, los océanos profundos, los continentes de hielo, en realidad no representan apenas nada de lo que pudo haber sido si nuestro planeta estuviese colocado un poco más en las afueras del Sistema Solar. Aunque también hay que decir que en ese caso nosotros, probablemente, no estaríamos aquí. Pero esa es otra historia.