El extraño caso de la estrella ‘dormida’

Una de las primeras cosas que observaron los astrónomos europeos tras desarrollar sus telescopios a principios del siglo XVII fue una serie de enigmáticas manchas oscuras sobre la superficie del Sol. Preguntándose a qué podrían deberse, las contaron año tras año minuciosamente, y fue así como, sin pretenderlo, dejaron constancia de un misterio que ni siquiera hoy, varios siglos después, ha podido resolverse. La cuestión es que aproximadamente desde 1645 y hasta 1715, las manchas, que ahora se sabe que son indicadores de la actividad solar, prácticamente desaparecieron. Hace casi 50 años, recopilando antiguos registros de manchas solares, el astrónomo John Eddy concluyó que, esencialmente, el Sol había tomado un ‘descanso’ de 70 años, un período de extraña inactividad al que llamó Mínimo de Maunder en honor a una pareja de astrónomos que lo había estudiado previamente. Hasta el momento, algo así nunca ha vuelto a repetirse. Pero ahora, un equipo de astrónomos capitaneado por Jacob K. Luhn , de la Universidad de California en Irvine, acaba de demostrar que el Sol no es la única estrella capaz de tomarse esas largas ‘siestas’. De hecho, y tras elaborar un registro con décadas de observaciones de decenas de estrellas, los investigadores han logrado identificar una que, al parecer, está atravesando su propio ‘ mínimo de Maunder ‘. El hallazgo, publicado en el servidor de preimpresiones Arxiv , podría ayudar a explicar qué fue lo que provocó ese extraño comportamiento del Sol hace 400 años, y sugiere que, lejos de ser un caso aislado, podría darse también en otras estrellas. Crisis de la mediana edad Según la astrónoma Jennifer van Saders , de la Universidad de Hawái y que no ha participado en este estudio, el hallazgo respalda la teoría, propuesta por ella misma, de que tales eventos son uno de los síntomas de una transición crítica en el campo magnético de las estrellas similares al Sol, que sucede aproximadamente a la mitad de sus vidas. En otras palabras, una especie de ‘crisis de la mediana edad’. Los científicos saben desde hace décadas que la actividad de nuestro Sol aumenta y disminuye en un ciclo de aproximadamente 11 años, que corresponde a la frecuencia con la que sus polos magnéticos se invierten y cambian de orientación. Durante un máximo solar, las manchas solares abundan, marcando puntos débiles en el campo magnético desde los que el plasma de la atmósfera del Sol puede desprenderse en bucles violentos. Los astrónomos han detectado estrellas jóvenes parecidas al Sol con ciclos similares y otras más viejas que tienen una actividad totalmente estable. Pero nadie había visto nunca una estrella cíclica volverse plana de repente. En 2018, como parte de una investigación de pregrado en la Universidad Estatal de Pensilvania, University Park, Anna Baum, coautora del presente estudio, se propuso combinar observaciones de 59 estrellas tomadas por el Observatorio de Monte Wilson y el Observatorio WM Keck para elaborar con ellas una cronología de 50 años de evolución de esas estrellas. Y durante una brecha de 7 años en los datos (mientras Keck estaba actualizando un detector), una estrella en concreto pareció mostrar un cambio drástico. Su actividad pasó de ser normal durante 17 años a ser prácticamente plana, y así se ha mantenido desde entonces. Al principio, Baum pensó que había cometido un error; podía ser incluso que los observatorios estuvieran mirando dos estrellas diferentes. Pero a principios de este año, sus colegas se encontraron con observaciones adicionales que permitieron ‘rellenar’ la brecha de 7 años con nuevos datos, capturando las emisiones de la estrella a medida que cambiaba de activa a silenciosa. Según Jacob Luhn , el autor principal del artículo, con esos datos «nos tocó el premio gordo». MÁS INFORMACIÓN Casi un mes después del ciberataque ruso, el CSIC recupera la normalidad de sus conexiones Las lluvias de estrellas no solo son para el verano La teoría predice que este estado de transición surgirá en estrellas de mediana edad, como es el caso de nuestro Sol y de esta estrella ‘dormida’ recién identificada. La transición magnética de nuestro Sol probablemente comenzó hace unos 500 millones de años, casi al mismo tiempo en que la vida en la Tierra salió del mar por primera vez, y eso puede no ser una coincidencia, sugieren los científicos. Las partículas entrantes y la radiación de las estrellas activas dañan el ADN y provocan mutaciones, lo que acelera la evolución. El proceso, afirman los científicos «pueden ser parte de los ingredientes necesarios para el comienzo la vida».