Vivir en los árboles nos ayudó a pronunciar las consonantes

Para comunicarnos, los humanos utilizamos el habla, un complejo mecanismo de sonidos que, en el orden correcto, son capaces de transmitir a nuestros semejantes todo tipo de mensajes. Pero el origen de esa extraordinaria capacidad, exclusiva de nuestra especie, es materia de un intenso debate científico. Muchos animales emiten sonidos, es cierto, pero con ellos suelen transmitir emociones muy básicas, como el miedo o la agresividad, o comunicar a sus semejantes un limitado número de situaciones, casi siempre relacionadas con el alimento, la supervivencia o la reproducción. Muy lejos de la infinita cantidad de matices, opiniones, enseñanzas y estados de ánimo que el habla humana consigue hacer llegar a los demás individuos de nuestra especie. Ahora, un estudio llevado a cabo por un grupo de investigadores dirigido por Adriano Lameira , del Departamento de Psicología de la Universidad de Warwick, en Reino Unido, propone que las raíces de nuestra capacidad de utilizar consonantes pueden estar relacionadas con el hecho de vivir en los árboles, lo que sugiere que nuestros antepasados pasaron más tiempo encaramados a ellos de lo que se creía. El trabajo se acaba de publicar en ‘ Trends in Cognitive Sciences ‘. Colección de consonantes El lenguaje humano combina vocales y consonantes para transmitir información. Pero eso es algo que la mayoría de los primates no hace. De hecho, se comunican casi exclusivamente con sonidos que suenan como vocales. Aunque hay una excepción: los grandes simios no humanos también producen sonidos similares a consonantes. Y lo hacen en diversos grados. Lo cual, según Lameira, suscita la cuestión de cuál es el origen de las consonantes. Para averiguarlo, el investigador revisó toda la literatura existente, en busca del uso de consonantes entre los grandes simios, tratando de averiguar su origen evolutivo. En su artículo, Lameira escribe que «los idiomas hablados del mundo se componen universalmente de vocales y consonantes, pero el repertorio de llamadas prototípicas de los primates se compone casi exclusivamente de llamadas parecidas a vocales. ¿Cuál fue el origen de las llamadas de tipo consonante? Su prevalencia entre los grandes simios sugiere que un estilo de vida arbóreo y la alimentación extractiva fueron condiciones ecológicas previas para la evolución del habla». De este modo, Lameira descubrió que los orangutanes salvajes, que pasan la mayor parte de su tiempo en los árboles, producen una mayor cantidad y variedad de consonantes que los gorilas, chimpancés y bonobos salvajes, que viven en el suelo. Solo entre los orangutanes estos sonidos son universales. «Los orangutanes -afirma el investigador- tienen un rico repertorio de sonidos de besos, raspaduras, chasquidos y gruñidos. Por lo general, los usan mientras construyen nidos, se comunican con sus crías o como llamadas de alarma». La conclusión de Lameira es que el hecho de vivir en los árboles puede explicar por qué los orangutanes han desarrollado este amplio repertorio vocal. Los grandes simios son expertos en extraer alimentos ocultos o protegidos, como nueces, una habilidad que a menudo requiere del uso de herramientas. Sin embargo, mientras se alimentan en el bosque, los orangutanes siempre deben usar al menos un brazo para mantener la estabilidad. Por lo tanto, han desarrollado un control más complejo de sus labios, lengua y mandíbulas para usar la boca como una ‘quinta extremidad’: los orangutanes, por ejemplo, pueden pelar una naranja con solo usar los labios. Esta habilidad motora avanzada, según el artículo, pudo dar a los orangutanes, como efecto secundario, una mayor capacidad para producir sonidos similares a consonantes. Lo cual podría significar que nuestros primeros ancestros también desarrollaron sonidos de consonantes mientras paseaban y se balanceaban de las ramas. «Existe una sensación creciente de que nuestra dependencia de los árboles era mucho mayor y más profunda de lo que pensamos -asegura Lameira-, lo que va en contra de la idea de que los humanos comenzaron a caminar erguidos a medida que se fueron adentrando en la sabana. Dentro de ese mosaico que estaba emergiendo, en realidad podríamos habernos quedado donde estaban los árboles y haber cruzado de un bosque a otro lo más rápido que pudimos». MÁS INFORMACIÓN noticia No No, Homo sapiens no fue el primero en aprender a navegar noticia No Las moscas de la fruta macho ‘drogan’ a la hembra para que se duerma y no copule con otros Lo dicho, explica el artículo, no se aplica a los primates arbóreos más pequeños, como los monos, ya que son más estables en las ramas de los árboles y no se alimentan de la misma forma.