¿Por qué el agua de la lluvia no es salada?

By 31/12/2022 #!31Tue, 10 Jan 2023 12:06:07 +0000Z0731#31Tue, 10 Jan 2023 12:06:07 +0000Z-12+00:003131+00:00x31 10pm31pm-31Tue, 10 Jan 2023 12:06:07 +0000Z12+00:003131+00:00x312023Tue, 10 Jan 2023 12:06:07 +00000612061pmTuesday=97#!31Tue, 10 Jan 2023 12:06:07 +0000Z+00:001#January 10th, 2023#!31Tue, 10 Jan 2023 12:06:07 +0000Z0731#/31Tue, 10 Jan 2023 12:06:07 +0000Z-12+00:003131+00:00x31#!31Tue, 10 Jan 2023 12:06:07 +0000Z+00:001# Portal

El agua de las nubes, al caer y atravesar la atmósfera, interacciona con el dióxido de carbono presente en ella, provocando una reacción química que da lugar a la formación de pequeñas cantidades de ácido carbónico. Ese compuesto químico es el responsable último de que el agua de la lluvia tenga un pH ácido, el cual provoca, a su vez, que cuando entra en contacto con las rocas, ayudado por la fuerza del río, arrastre minerales hacia el mar. En el agua marina algunos de estos minerales precipitan y sedimentan en el fondo, otros son aprovechados por los organismos vivos y el resto reaccionan entre ellos. Además del agua de la lluvia hay otras dos fuentes importantes de sales oceánicas: las erupciones volcánicas submarinas, los fluidos hidrotermales y las cúpulas de sal, esto es, domos de sal subterráneos que se encuentran bajo la superficie de la corteza terrestre. Hasta ochenta elementos químicos En el agua del mar se han identificado ochenta elementos químicos diferentes, la mayoría en cantidades ínfimas. La práctica totalidad de las sales minerales están formadas por cloro, sodio, magnesio, azufre, calcio, potasio, bromo, estroncio, boro, flúor… Es más, en el agua de mar es posible encontrar oro disuelto, eso sí, en muy pequeñas cantidades. En su conjunto, todos estos elementos químicos representan más del 99% de la masa de solutos disueltos en el agua del mar. Si nos centramos en la sal, la concentración en el agua marina es, aproximadamente, de 35 partes por mil -35 gramos por litro-, lo que significa que si pudiésemos extraer y almacenar toda la sal de nuestro planeta seríamos capaces de levantar un edificio de cuarenta pisos de altura. Ahora bien, no todos los mares de nuestro planeta tienen la misma salinidad, por ejemplo, la del mar Báltico se encuentra entre 6 y 18 gramos por litro, lo que hace que sea salobre, no salada; mientras que la salinidad del mar Muerto oscila entre 350 y 370 gramos por litro. La salinidad del mar depende de varios factores, entre ellos de la evaporación del agua del mar provocada por la energía solar, pero también de la latitud –las zonas tropicales tienen mayor salinidad, de los flujos de agua dulce, de la profundidad del océano y de las corrientes marinas y del oleaje. El cloruro sódico no se evapora El sol provoca que el agua líquida se convierta en vapor, iniciando el ciclo hidrológico, el proceso de circulación del agua entre los distintos compartimentos de la hidrosfera. Se trata de un ciclo biogeoquímico en donde el agua se traslada de un lugar a otro y cambia de estado físico. Dentro de la inmensidad de nuestro planeta el 71% de la superficie es agua, siendo la mayoría salada –en torno al 97%-. De este dato se deduce que la mayor parte del agua que se evapora y que, por tanto, precipita en forma de lluvia procede de los océanos, a pesar de que el agua de la lluvia no es salada. Para comprender por qué no contiene cloruro sódico tan solo tenemos que realizar un sencillo experimento. Si cogemos un vaso de agua del grifo y lo dejamos al sol para que el agua se evapore, al final en el fondo del vaso quedará una fina capa de minerales disueltos en el agua, ya que no han sido evaporados. Pues bien, en los mares sucede algo similar, únicamente se evapora el agua, los minerales que había disueltos precipitan y se quedan en el mar. MÁS INFORMACIÓN noticia No Continúan en peligro los astronautas de la estación espacial internacional: la NASA estudia también su rescate noticia No China encuentra rocas nunca vistas en la Luna Que el agua de la lluvia no sea salada no significa que sea apta para el consumo humano, debido a que las precipitaciones remueven partículas y gases podría contener microorganismos y metales pesados, como el plomo, el cadmio o el aluminio. Pero como diría Kipling, eso ya es otra historia. SOBRE EL AUTOR pedro gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación