Un equilibrio inestable se da cuando un ligero movimiento lleva a un cuerpo a perder su posición original y afecta a todo el sistema. Este principio, que en aeronáutica es fundamental, también se da en la naturaleza. Hasta ahora, la mayoría de los estudios se centran en los efectos singulares de una alteración sobre un elemento del ecosistema. Pero este es mucho más complejo y funciona como una red, como un sofisticado tejido de lana donde la afección sobre un solo punto puede afectar a todo el entramado y, a veces, con consecuencias catastróficas, según la hebra de la que se tire. Un estudio que publica Nature y en el que ha participado Jordi Bascompte, premio Ramón Margalef de Ecología e investigador de la Universidad de Zúrich (Suiza), demuestra cómo cualquier interacción genera cadenas de efectos directos e indirectos que alteran la aptitud de las especies que coevolucionan en las redes naturales. La simple introducción de la conocida abeja melífera (o doméstica) en un entorno donde sea invasiva puede poner patas arriba todo el sistema.