El extraordinario caso de los feroces topos hembra con genitales testiculares

Rafael Jiménez Medina aprendió a cazar a los escurridizos topos ibéricos de los campos del sur de España, cuando era un joven estudiante de doctorado en genética en la Universidad de Granada, en los años ochenta. Fue un cazador local de topos ibéricos (Talpa occidentalis) el que le enseñó cómo capturar a estos animales solitarios, agresivos y territoriales, que excavan galerías y laberintos subterráneos en los prados de la península Ibérica, especialmente en aquellos con suelos blandos y ricos en lombrices de tierra, su alimento predilecto. Aunque su faena puede ser beneficiosa para el suelo, al airearlo o mezclarlo, su presencia y movimiento constante en terrenos cultivados los hacen blanco de la ira de agricultores, que contratan cazadores para deshacerse de ellos.

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