El leonés Pablo Álvarez cambió de vida el pasado miércoles. En una ceremonia con tintes hollywoodenses, apertura de telón incluida, este joven de 34 años, hasta ahora ingeniero aeronáutico en Airbus, fue presentado como uno de los cinco elegidos por la Agencia Espacial Europea (ESA) para su nueva remesa de astronautas, la primera desde 2008. Será reclutado para un trabajo soñado al que rodea un halo tan exclusivo que los escogidos parecen casi tocados por los dioses, pero que en realidad está repleto de sacrificios y exigencias. Para empezar tendrá que pasar un año de entrenamientos en Colonia (Alemania) para ser considerado realmente un astronauta -todavía no lo es, sigue siendo un candidato-. Después, varios años más de preparación antes de poder volar. Quizás a la Estación Espacial Internacional (ISS); quizás, con mucha suerte, a la futura estación lunar Gateway o a la Luna. Su primer salario rondará los 60.000 euros anuales, que subirán a los 85.000 tras su primer viaje espacial. Cifras más que envidiables para muchos españoles pero ninguna fantasía, nada que ver con los sueldos estratosféricos de los futbolistas. La trayectoria de Álvarez será diferente a la de la otra leonesa seleccionada por la ESA, Sara García Alonso . La investigadora biomédica seguirá en plantilla en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en el grupo del científico Mariano Barbacid, ya que forma parte del nuevo cuerpo de astronautas de reserva. Solo dejará su trabajo habitual si es requerida por la agencia espacial para alguna misión en la que interese su perfil. Eso sí, tendrá que pasar exámenes médicos y una formación específica cada año. Noticia Relacionada estandar No Dos españoles, una investigadora del cáncer y un ingeniero, nuevos astronautas de la Agencia Espacial Europea Judith de Jorge Sara García Alonso pasará a la reserva y Pablo Álvarez Fernández será astronauta de carrera. Ambos son leoneses El recluta empezará el entrenamiento básico en primavera de 2023 en el Centro Europeo de Astronautas cerca de Colonia, donde pasará doce meses. Durante ese tiempo, aprenderá los fundamentos de los vuelos espaciales, se familiarizará con los sistemas de la estación espacial y conocerá los entresijos de los distintos vehículos de transporte, como los de la compañía SpaceX, en los que actualmente viajan los tripulantes de la ISS. Y una novedad, los sistemas del programa Artemis de la NASA para regresar a la Luna. Además, se entrenará en supervivencia, practicará cómo realizar una caminata espacial y comenzará aprendiendo habilidades especiales como las operaciones robóticas y el encuentro y acoplamiento de naves espaciales. Si nada ha cambiado tras las erráticas decisiones de Rusia en su carrera espacial, también deberá aprender ruso. Cuatro años para volar Después de la formación básica, el joven leonés se graduará por fin como astronauta de la ESA. Ya reunirá los requisitos para ser asignado para una misión, pero eso no tiene por qué pasar de forma inmediata. Entonces entrará en otro período de formación, previa a la tarea, que durará según el momento en el que se le asigne la misión. Se formará con los socios internacionales de la ESA en Houston (EE.UU.), Japón o Canadá. Una vez asignada la misión, el ingeniero pasará más tiempo con sus compañeros de tripulación, aprendiendo a trabajar juntos según la función de cada cual. Por norma general, transcurren unos cuatro años hasta que viajan al espacio por primera vez. Pablo Álvarez comenzará su trayectoria en la ESA como nuevo recluta, a los que generalmente se les paga en el nivel A2, lo que corresponde alrededor de 60.000 euros anuales. Después del entrenamiento básico, ascenderá a grado A3, por lo que ya recibirá entre 70.000 y 75.000 euros. Y después del primer vuelo espacial, entrará en la categoría A4, con sueldos de unos 85.000 euros. MÁS INFORMACIÓN noticia No La NASA pierde el contacto con la cápsula Orion durante 47 interminables minutos noticia No La nave de la misión Artemis I ‘roza’ la Luna en un vuelo de infarto El ingeniero podría convertirse en el primer español en pisar la Luna. Reconoce que es un sueño, pero no imposible. Quizás ya haya dado el primer paso.
