La erupción del Tonga lanzó suficiente agua a la atmósfera como para elevar la temperatura superficial de la Tierra

El 15 de enero de 2022, el volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai , en el Pacífico Sur, entró súbitamente en erupción , provocando un estampido sónico que dio dos veces la vuelta al mundo y desatando un tsunami que se extendió por todos los océanos de la Tierra. Fue, según los científicos, uno de los eventos volcánicos más explosivos de la era moderna. Un estudio publicado en ‘ Nature ‘ el 30 de junio ya mostró que la erupción fue única tanto en magnitud como en velocidad, y que creó ondas de gravedad atmosféricas que llegaron hasta el espacio. Durante las primeras 12 horas tras el evento, en efecto, el calor y las cenizas ardientes del penacho del volcán fueron la mayor fuente de ondas de gravedad de todo el planeta. Pero eso no fue todo. La explosión del Hunga Tonga-Hunga Ha’apai (Tonga para abreviar) también lanzó al aire una descomunal columna de vapor de agua que llegó hasta la estratosfera. Una cantidad tan enorme que no tiene precedentes conocidos y que, según un estudio publicado en ‘ Geophysical Research Letters ‘, habría sido suficiente para llenar hasta los bordes más de 58.000 piscinas olímpicas. Las observaciones de los satélites de la NASA, además, indican que es muy probable que ese gran volumen de vapor de agua pueda hacer que aumente temporalmente la temperatura media en todo el mundo. «Nunca habíamos visto algo así», afirma Luis Millán , científico atmosférico del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y autor principal del estudio, en el que se examina la cantidad de vapor de agua que el volcán inyectó en la estratosfera, la capa de la atmósfera entre aproximadamente 12 y 53 kilómetros de altura. Según la investigación, la erupción de Tonga envió la increíble cantidad de 146 teragramos (1 teragramo equivale a un billón de gramos) de vapor de agua a la estratosfera, lo que equivale al 10% del agua ya presente en esa capa de la atmósfera y que supone casi cuatro veces la cantidad de vapor de agua lanzada por la erupción del Monte Pinatubo en 1991 en Filipinas. En su estudio, Millán y su equipo analizaron datos del instrumento Microwave Limb Sounder (MLS) del satélite Aura de la NASA , que mide los gases atmosféricos, incluidos el vapor de agua y el ozono. Después de la erupción del Tonga, el equipo de la MLS comenzó a tener lecturas de vapor de agua que se salían de los gráficos. «Tuvimos que inspeccionar cuidadosamente todas las medidas para asegurarnos de que eran fiables», recuerda Millán. »MLS -prosigue el científico- fue el único instrumento con cobertura lo suficientemente densa para capturar la columna de vapor de agua en el momento en que sucedió, y el único que no se vio afectado por la ceniza que soltó el volcán». ¿Por qué tanta agua? Se da la circunstancia de que las erupciones volcánicas rara vez inyectan mucha agua en la estratosfera. En los casi 20 años que la NASA lleva tomando medidas, solo otras dos erupciones, el evento Kasatochi de 2008 en Alaska y la erupción de Calbuco de 2015 en Chile, enviaron cantidades apreciables de vapor de agua a altitudes tan elevadas. Pero no fueron nada en comparación con el Tonga, y el vapor de agua de aquellas dos erupciones, además, se disipó rápidamente. Por el contrario, el exceso de vapor de agua inyectado por el Tonga podría permanecer en la estratosfera durante varios años. ¿A qué se debe esta diferencia? Según se explica en el estudio, esa enorme emisión de agua solo fue posible porque la caldera del volcán submarino estaba ‘a la profundidad correcta’ bajo las aguas: unos 150 metros. Más arriba, no habría suficiente agua de mar sobrecalentada por el magma para explicar la cantidad de vapor que vieron Millán y sus colegas. Más abajo, y las inmensas presiones en el fondo del océano podrían haber silenciado la erupción. ¿Y qué consecuencias podría tener ese exceso de agua? Según los investigadores, podría influir en la química atmosférica, impulsando ciertas reacciones químicas muy capaces de empeorar, aunque temporalmente, el agotamiento de la capa de ozono. El exceso también podría influir en las temperaturas de la superficie terrestre. MÁS INFORMACIÓN La botánica oculta tras las obras de William Shakespeare De Galileo al telescopio espacial James Webb: ¿somos capaces de asimilar la infinitud del universo? Las erupciones volcánicas masivas como las del Krakatoa o la del Monte Pinatubo, generalmente enfrían la superficie de la Tierra al expulsar gases, polvo y cenizas que reflejan la luz solar de nuevo al espacio. Pero el Tonga no inyectó grandes cantidades de aerosoles en la estratosfera, y sí enormes cantidades de vapor de agua, que pueden tener un efecto de calentamiento temporal, ya que el vapor de agua atrapa el calor. Según Millán y sus colegas, el efecto se disipará cuando el vapor de agua ‘extra’ salga de la estratosfera. En todo caso, no sería suficiente para incrementar notablemente los efectos del cambio climático.