En 1968 se publicaba el libro Man the hunter (El hombre cazador). Era el resultado de un simposio desarrollado dos años antes. Organizado por los antropólogos Richard Lee e Irven DeVore, en él se presentaron muchos trabajos etnográficos y arqueológicos sobre las sociedades primitivas de recolectores-cazadores. La obra fue el sostén del paradigma del cazador: la relevancia de la caza en la evolución humana y como esta fue fundamentalmente cosa de hombres. Pero solo era un sesgo de género más, esta vez también presente en la ciencia. En 2020, un trabajo que tuvo un enorme impacto, mostró como las mujeres prehistóricas también cazaban grandes animales. Ahora, una revisión de decenas de comunidades tradicionales muestra que las féminas cazan tanto como los varones.