Las personas que comparten el mismo olor tienen más probabilidades de forjar una amistad

Oler es una necesidad social para la mayoría de los animales. Ayuda a determinar quién es amigo o enemigo, a detectar la receptividad para la reproducción o permite a las madres localizar a sus crías. Pero, entre los humanos, el olfato es el menos valorado de los cinco sentidos. Sin embargo, ejerce funciones, algunas vitales, y casi siempre de forma inconsciente. El olor de las lágrimas, por ejemplo, aparece relacionado con una reducción de los niveles de testosterona en los hombres. Ahora, neurocientíficos israelíes han observado que los amigos comparten aroma y que las personas que huelen diferente tienen menos probabilidades de forjar una nueva amistad.

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