Por qué es importante la primera imagen de Sagitario A*

No siempre ocurre, pero de vez en cuando se produce un evento científico que hace que todo el planeta se detenga unos minutos y, lejos de guerras, desastres económicos, pandemias o éxitos deportivos, se centre en el conocimiento, en la importancia de la cooperación y en las ideas más innovadoras de la Ciencia. Eso es, precisamente, lo que sucedió ayer cuando, por vez primera, el mundo pudo contemplar una imagen de Sagitario A*, el gran agujero negro que reside en el centro de nuestra galaxia. Seis conferencias simultáneas tuvieron lugar en todo el mundo y revelaron, al mismo tiempo, la histórica imagen, una auténtica demostración, y más en estos tiempos, de lo que puede lograr la cooperación internacional.

A primera vista, no es más que una foto borrosa, una especie de donut con el centro sumido en la oscuridad y rodeado por un brillante anillo de color naranja. Pero detrás de esa imagen hay largos años de trabajo de un equipo de más de 300 personas de instituciones científicas de todo el mundo. Un trabajo que está destinado a revelar uno de los aspectos más desconocidos del funcionamiento del Universo en que vivimos.

Ni que decir tiene que esa imagen es la primera de toda una serie de fotografías que vendrán. En el futuro, las imágenes serán cada vez más claras y enfocadas, conseguidas a base de afinar tanto el hardware como el software que ha permitido obtener la primera. Y no solo llegarán fotografías estáticas, sino vídeos en los que, también por primera vez, podremos ver directamente cómo la materia cae y desaparece para siempre en las fauces de estos insaciables ‘monstruos espaciales’.

En 2019 el mismo equipo que ahora ha conseguido la primera foto de Sagitario A* ya nos mostró la de otro agujero negro 1.500 veces más grande: el que hay en el centro de la galaxia M87, a 55 millones de años luz de distancia. Ese agujero negro tiene una masa que equivale a la de 6.500 millones soles, mucho más que Sagitario A*, que ‘solo’ tiene cuatro millones de masas solares y que además está mucho más cerca, a escasos 27.000 años luz de nosotros.

Aún así, ha sido mucho más difícil conseguir la imagen de ‘nuestro’ agujero negro que el de esa distante galaxia. La principal razón es que la posición de la Tierra con respecto a Sagitario A* no es tan favorable para la observación como la de M87. Entre nosotros y el agujero negro central de la Vía Láctea, en efecto, se alza una auténtica ‘muralla’ hecha de miles de millones de estrellas y de enormes y oscuras nubes de polvo y gas, muy abundantes en las regiones centrales de la galaxia, que no nos permiten distinguir lo que hay detrás.

Aún así, los científicos de la colaboración EHT (Event Horizon Telescope), lo han conseguido, apuntándose un éxito que no tiene precedentes. El EHT es un telescopio ‘virtual’ que tiene el tamaño de nuestro planeta, algo que se consigue sumando las capacidades de ocho grandes radiotelescopios repartidos por todo el mundo. El resultado, como ya se demostró en 2019 y se ha vuelto a demostrar ahora, es realmente espectacular.

¿Pero por qué son importantes estas fotografías? Sin duda, hay una parte emocional en todo esto, que es la de poder ver, por fin, algo que se lleva estudiando desde varias décadas por métodos indirectos y matemáticas complejas. «Ver para creer» dijo hace ya casi 2.000 años el apóstol Tomás, negándose a dar por buena la resurrección de Jesús hasta que no pudo ver por sí mismo su tumba vacía. Y lo mismo se aplica ahora a Sagitario A*.

Este jueves, más de un siglo después de que la teoría de la relatividad general de Einstein insinuara la existencia de los agujeros negros, esas regiones imposiblemente densas de espacio continúan cautivando la imaginación de todos. Para encontrarlos, los astrónomos han rastreado durante décadas las órbitas de incontables estrellas alrededor de masivas compañeras invisibles, suponiendo siempre que los agujeros negros eran los responsables de esos movimientos erráticos. Pero nunca habían podido ver uno.

Hasta ahora se trataba, como mucho, de elegantes soluciones a las ecuaciones de Einstein, que ni siquiera estaba del todo seguro de que los agujeros negros existieran realmente. Y en muchos casos, esas soluciones posteriores parecían demasiado extremas como para ser reales, a pesar de todas las evidencias indirectas.

Pero ahora todo ha cambiado. Con una imagen en la mano, todo eso se podrá estudiar igual que cualquier otro objeto físico real, y no solo como una serie de complicadas abstracciones matemáticas. De hecho, la estructura revelada en la imagen de Sagitario A* ayudará sin duda a confirmar la precisión de la relatividad general y, quizás, revelará también cómo el material que hay alrededor de un agujero negro a veces cae en él y otras adquiere la energía necesaria para alejarse en forma de enormes chorros en espiral. Los agujeros negros son los únicos lugares del niverso en que el cosmos hace ‘nudos’ que podemos desatar. Los hemos estudiado, hemos teorizado sobre ellos y ahora, por fin, los podemos ver. La imagen es una brillante confirmación de más de un siglo de trabajos puramente teóricos.

A partir de ahora, serán posibles observaciones con las que antes nadie se atrevía siquiera a soñar. Por ejemplo, el estudio a escala del horizonde de los agujeros negros, la ‘frontera’ invisible que de la que nada, una vez cruzada, puede volver a escapar. A partir de ahora, será posible hacer un montón de nuevas preguntas que antes ni siquiera se podían concebir. Las promesas para el futuro son enormes.