El ano es también un oscuro objeto de deseo para la ciencia. Al menos, así lo demuestran los consecutivos premios Ig Nobel alcanzados por dispositivos y estudios relacionados con esta parte del cuerpo. En esta edición, la 33ª, uno de los galardones a las investigaciones más bizarras se lo ha llevado el denominado “Retrete de Stanford”, un inodoro que graba, monitoriza y analiza en tiempo real las deposiciones en uno de los lugares donde la mayoría de los humanos busca intimidad. España ha vuelto a sumarse este año a la lista de premiados con un estudio sobre las turbulencias que originan las relaciones sexuales de las anchoas, que dejan la escena de la piscina de Showgirls (Paul Verhoeven, 1995) a la altura del calentamiento de un suplente; y con otro sobre las habilidades para hablar “la vesre”, es decir, al revés. Dos de las premiadas se muestran orgullosas. “Es la investigación más sexy de toda mi vida”, afirma Beatriz Mouriño-Carballido, científica jefa de la campaña que asistió a la orgía marítima.