En febrero de 2015, María López Ibáñez pisó una consulta de fertilidad por primera vez. Para entonces tenía 28 años y llevaba 9 meses intentando quedarse embarazada junto a su pareja. “Esta consulta de fertilidad se suele hacer cuando una pareja lleva un año intentando quedarse embarazada, pero yo fui antes”, explica a EL PAÍS. Al realizarle una histerosalpingografía (una prueba radiológica de la cavidad uterina y de las trompas de Falopio), los médicos comprobaron que sus trompas presentaban alguna obstrucción y que ese era a todas luces el problema que les impedía lograr la gestación. “Entonces nos plantearon que, dado el problema, la única opción posible era hacer una fecundación in vitro”, recuerda. Esta tuvo lugar en octubre de 2015. En julio de 2016 llegó al mundo su hija Rocío.