A pesar de tener un buen escaparate, sobre todo en la prensa escrita, los científicos tienen un alto grado de invisibilidad social y política en España. Sin embargo, existen y se mueven. De hecho lo hacen bien, con niveles de producción y calidad muy por encima de lo que se esperaría por lo que reciben. Pero en los años 70 la ciencia y los científicos parecían ausentes hasta en la prensa. Se celebraba a nuestro Nobel vivo, Severo Ochoa, que disfrutaba de su retiro en su patria natal, y se rezaba a Ramón y Cajal sin saber exactamente qué había hecho.