Cuatro largos años han tenido que pasar para que, por fin, Starship, el buque insignia de SpaceX, se eleve para completar su primer vuelo de prueba. Si bien solo se ha elevado, ya que ha sido incapaz de separar sus dos etapas y completar el viaje completo que tenía previsto. Aún así, se trata de un paso más cercano al objetivo: manejar esta ‘bestia’ de 120 metros y 39 motores en total con la que Elon Musk, creador de la compañía, quiere poner humanos en la Luna, después en Marte y, luego, más allá. COMPONENTE Directo Opta/Scribblelive 3030411 El ‘paseo’ que la compañía de Musk tenía planeado comenzó a las 15.35 (hora española) en Boca Chica (Texas, EE.UU.), donde SpaceX tiene su base de lanzamiento. Allí, el imponente Starship con sus dos etapas integradas (por un lado, la base llamada Super Heavy, de 70 metros de altura y formada por 33 motores Raptor); por otra, la nave Starship, de 50 metros, con tres Raptor principales más otros tres secundarios) despegó por primera vez. Sin embargo, a los tres minutos de comenzar el vuelo, se pudo ver la nave girando erráticamente, sin conseguir separar las dos etapas. tras unos segundos agónicos, finalmente el vehículo espacial acababa explotando en el cielo, ante la mirada de cientos de curiosos que se habían desplazado hasta las inmediaciones de las instalaciones para ver la prueba. Desde SpaceX han afirmado que aunque no haya conseguido todos sus objetivos, han conseguido recolectar muchos datos que les servirán para futuros test. Prueba y error A principios de la pasada década Musk ya dio pistas de que también quería ser uno de los actores principales en el sector de la exploración humana espacial. Su intención era crear vehículos reutilizables como los Falcon, pero «mucho más grandes» y con capacidades mucho más amplias. Después se desveló que el por entonces llamado Sistema de Transporte Interplanetario (STI) sería una nave con una estructura totalmente nueva. Sin embargo, hubo que esperar hasta 2019 para empezar a ver los primeros prototipos en acción. Starhopper, apodado por algunos como ‘la cafetera espacial’, sirvió para probar los potentes motores Raptor, que elevaron el cohete hasta los 150 metros. Después se empezaron a testar los prototipos de la serie MK, ya más parecidos al modelo final. Tampoco se obtuvo demasiada suerte y varios acabaron en llamas. Es por ello que la compañía decidió replantear el sistema y cambiar a los modelos SN, con los que sí hubo más avances, si bien tampoco exentos de explosiones y fallos: los modelos uno, tres y cuatro acabaron entre llamas en pruebas en las que ni siquiera alzaron el vuelo, pero según Musk, les permitieron aprender mucho por el camino. Hubo que esperar hasta el Starship SN5 para ver a una de estas naves en vuelo. El problema llegó con el sistema de aterrizaje: aunque ya poseían la experiencia de los cohetes reutilizables, que regresan de forma elegante y controlada, esta no pareció suficiente en el caso de Starship. Aunque se notaron mejorías, los prototipos SN8, SN9 y SN10 explotaron al intentar posarse sobre el suelo. El SN11, por su parte, explotó en el aire tras hacer un giro para reorientarse antes de encaminarse de vuelta; y no fue hasta el SN15 cuando, por fin, se pudo ver a la nave aterrizar (aunque poco después hubo un pequeño incendio que, esta vez, no acabó en explosión). Esa prueba, que se produjo en mayo de 2021, fue el último gran test a los que Starship se ha sometido, si bien prototipos posteriores han servido para probar diferentes parámetros en tierra. Casi una veintena de naves de las que aproximadamente la mitad han acabado entre llamas. De ahí el poco optimismo de Musk, que días antes de la primera prueba señalaba que no se debía esperar el éxito, pero que al menos el vuelo «no sería aburrido». Los siguientes pasos La idea es que Starship sea una nave totalmente reutilizable, si bien es posible configurarla para que algunas de su partes sí que sean de un solo uso, con lo que la carga útil se podría aumentar de 150 toneladas a 250. El objetivo es utilizar esta nave para llevar a los astronautas de la misión Artemis 3 a pisar la Luna de nuevo, además de usarla para, al menos, tres vuelos espaciales privados, dos de ellos para transportar a los primeros turistas espaciales que orbitarán nuestro satélite. Starship es también el cohete más grande jamás construido, con una altura 120 metros y el doble de potencia que el Space Launch System (SLS), el cohete de la NASA que ahora mismo se está utilizando en el programa Artemis, y que ostenta el actual récord de magnitud. Sin embargo, la intención de SpaceX es ampliarlo en el futuro otros diez metros más, según adelantó Musk hace unos días, por lo que puede que el gigante Starship aún guarde algunas ‘explosivas’ sorpresas.