Partió de nuestro planeta el pasado 11 de diciembre en un cohete Falcon 9, de SpaceX. Más de cuatro meses después, la misión Hakuto-R ha llegado, por fin, a nuestro satélite después de un viaje de un millón y medio de kilómetros y dispuesta a hacer historia: ser la primera nave de una empresa privada en aterrizar en nuestro satélite. Sin embargo, la pérdida de comunicación con la sonda un par de minutos antes de que, en teoría, esta llevara a cabo un «aterrizaje suave», hizo temer lo peor. Tras varios minutos de angustiosa espera donde la retransmisión en directo se cortó en varios momentos, los peores presagios parecían cumplirse. El director y creador de la compañía, Takeshi Hakamada, salía rodeado de todo su equipo afirmando que era asumible que la sonda no había conseguido completar su objetivo. «Aún así, no perderemos nuestro objetivo de llegar a la Luna», afirmaba durante la comunicación. Las apuestas era arriesgada. En las retinas aún se mantiene brillante la explosión del cohete Starship hace unos días, aunque solo fuese una prueba y no una misión; además, la Agencia Espacial Japonesa (JAXA) envió una misión similar en colaboración con la NASA el pasado noviembre, si bien se acabó perdiendo la comunicación con la sonda un día después del lanzamiento. Y no ha sido el primer intento de una empresa privada en lanzar una misión lunar: la nave israelí Bereshit (que significa génesis o principio, en hebreo) se estrelló hace ahora justo cuatro años al intentar el alunizaje. Una pequeña empresa muy ambiciosa Detrás de esta iniciativa se encuentra Ispace, una startup de apenas 200 personas cuyo objetivo es «extender la esfera de la vida humana al espacio y crear un mundo sostenible suministrando servicios de transporte de alta frecuencia y bajo coste a la Luna». Minutos antes de las principales maniobras de alunizaje, el director y creador de la compañía afirmaba que se trata de «una pequeña empresa con grandes objetivos» que hoy ha conseguido tener «una nave orbitando la Luna». «Es un tremendo orgullo para todo el equipo haber llegado hasta aquí», señalaba. De hecho, este proyecto fue uno de los cinco finalistas de la competición de Google Lunar X para colocar un róver en la Luna antes de 2018, plazo que expiró sin ganador. La sonda de Ispace, de unos 2,3 metros de altura y 2,6 de largo, portaba un pequeño robot de exploración desarrollado por JAXA y por la empresa nipona Tomy, así como un vehículo lunar diseñado por los Emiratos Árabes Unidos. Con la mirada puesta en el turismo lunar Su fundador asegura que la misión pone «las bases para liberar el potencial de la Luna y transformarla en un sistema económico robusto y vibrante». De hecho, la compañía tiene puestas sus esperanzas en que la Luna se convierta en una nueva colonia humana con una población de 1.000 personas en 2040, además de unos 10.000 turistas anuales. El siguiente paso previsto después de esta primera misión era enviar una nueva nave el próximo año, la Hakuto-R Mission 2, con un rover. Y en 2025 estaba previsto lanzar un cargamento útil para los astronautas del Programa Artemis, el nuevo intento de la NASA por devolver personas sobre la superficie de la Luna. «Esto es importante porque hemos trabajado en las tres misiones a la vez», explicaron desde Ispace. «Y lo que aprendamos con esta misión repercutirá en las siguientes». Con este contratiempo, probablemente las fechas se retrasen. MÁS INFORMACIÓN noticia No Captan por primera vez de cerca a Deimos, la misteriosa luna de Marte noticia No La auténtica historia de Rosalind Franklin, la heroína del ADN Hasta ahora, solo Estados Unidos, Rusia y China han conseguido poner un robot en la superficie de la Luna, en todos los casos en programas promovidos por el gobierno.