Observar las perseidas, uno de los espectáculos astronómicos más esperados del verano, no requiere de instrumentos de la NASA ni de conocimiento científico alguno: basta con alejarse de la contaminación lumínica de las grandes urbes, dejar de mirar el móvil durante unos 10 minutos para que la vista se adapte a la oscuridad y deleitarse contemplando el cielo nocturno. “Una cosa que recomendamos es ver la lluvia de estrellas tumbados en alguna superficie horizontal, que al estar mucho rato de pie mirando hacia arriba acabas con las cervicales fatal”, bromea el astrofísico Javier Armentia, director del observatorio astronómico Planetario de Pamplona, en la capital navarra.