En el año 2000, Robert Berman y otros colegas de la Universidad de Yale (EE UU) inyectaron una pequeña cantidad de ketamina a siete personas deprimidas. Los efectos del fármaco, sintetizado en 1962 y empleado como anestésico, impresionaron a los investigadores. Los pacientes empezaron a mejorar un día después de la inyección y siguieron haciéndolo en los tres días sucesivos. Casi dos décadas después, este fármaco psicodélico, que también se toma por diversión, fue aprobado en 2019 en EE UU en forma de esketamina y aplicado con inhalador. El nuevo medicamento, muy similar a la ketamina, que cuesta medio euro por ampolla, se emplea ya en España a más de 300 euros la dosis.