Aunque solemos prestar más atención a mamíferos peludos y árboles frondosos, bajo nuestros pies hay un mundo fascinante que hierve en vida. Insectos, hongos, lombrices y criaturas microscópicas con aspecto alienígena son algunos de los moradores de la tierra que contribuyen en el reciclaje de nutrientes, en la regulación del ciclo del agua y en el almacenamiento de dióxido de carbono (CO2), permitiendo suelos sanos y fértiles que nos brindan alimentos y que sostienen el planeta que conocemos. Y es que los suelos son la base de todos los ecosistemas terrestres. Sin embargo, enfrentan grandes amenazas a nivel global, mientras sus atributos ecológicos suelen pasarse por alto en las decisiones políticas y en la gestión de las áreas protegidas.