Guillermina López Bendito (República Dominicana, 1975) y su equipo del Instituto de Neurociencias UMH-CSIC en Alicante publicaron en 2019 un estudio en la revista ‘Science’ que demostraba, por primera vez, que el sentido del tacto está activo en el cerebro antes de nacer. Al tocar los bigotes del embrión de un ratón con una novedosa tecnología, la corteza somatosensorial del cerebro del roedor se encendía como una bombilla. Pero los investigadores han aprendido algo más. Si se toca el morro del animal, no solo se activa el área del tacto en la corteza cerebral sino también el visual. El ‘cableado’ está ahí, pero enmarañado. Cada circuito todavía no ha sido asignado a su sentido correspondiente, un trabajo que el cerebro no terminará hasta poco después del nacimiento.
La neurocientífica ha recibido una ayuda de excelencia Advanced Grant del Consejo Europeo de Investigación (ERC), dotada con 2,5 millones de euros, para su proyecto ‘Spontsense’, que pretende averiguar cómo se especializan los sentidos, qué factores están implicados y si los fallos contribuyen a problemas del neurodesarrollo como el autismo, la esquizofrenia o la epilepsia. En un futuro, su trabajo podría ayudar a encontrar terapias para luchar contra estos trastornos.
-¿Nacemos con los sentidos ‘mezclados’?
-Cada circuito sensorial, ya sea el del tacto, el del oído o la vista, tiene que llevar una información a la corteza cerebral de manera específica. Cada uno debe ir por su carretera. Resultados preliminares de nuestro laboratorio parecen indicar que durante el desarrollo del embrión estos circuitos inmaduros no terminan de acoplarse a su modalidad. Eso es algo que ocurriría después del nacimiento. Aclarar eso es el objetivo principal del proyecto.
-¿Cómo lo estudian?
-Trabajamos con ratones transgénicos que expresan una proteína fluorescente en la corteza cerebral. Esta proteína refleja la actividad de las neuronas. Cuando esas regiones se ponen verde fosforito, es que están activas. Nos acercamos al morro del embrión con un microestimulador y al tocarle los bigotes, que son el equivalente a nuestros dedos, podemos ver qué territorios sensoriales se activan, si solo el área del tacto o alguna más.
-Entonces, ¿cómo se va separando ese ‘cableado’?
-Creemos que un factor muy importante para que los circuitos se identifiquen con su modalidad sensorial durante los primeros días de vida es la actividad espontánea, cuyo comienzo se ha registrado desde la mitad de la gestación y podría empezar incluso antes.
-¿En qué consiste?
-Ahora mismo tienes un montón de neuronas en tu corteza auditiva que se están activando porque me estás escuchando. Pero durante el desarrollo embrionario, cuando se forman los circuitos auditivos, no tienes esa información. El cerebro simula la activación de esas neuronas, porque lo necesita para formar sus conexiones correctamente. Comunica a las neuronas qué circuito tienen que utilizar, cuáles son sus ‘hermanas’… Es espectacular: parece una sinfonía musical o una ola en el mar. Lo registramos con una máquina de alta resolución.
-¿Por qué es tan importante esa actividad?
-Las regiones en el cerebro que serán visuales, táctiles o auditivas tienen códigos de actividad espontánea diferentes. Nuestro proyecto pretende identificarlas.
-¿Para qué nos servirá conocer ese patrón?
-Imagínate que descubrimos que el patrón X de actividad de la corteza táctil es el normal, el que va a producir un mapa sensorial táctil, que cada dedo active una zona correspondiente, etc. Imagina que siempre vemos lo mismo, ese patrón X. Pero recibimos modelos de animal con una mutación en autismo y ya no vemos ese patrón X sino Y. Si sabes que Y, por ejemplo, puede estar asociado con el autismo podrías predecir lo que va a pasar después.
-¿Qué patologías se podrían prever?
-Desde hace pocos años, en varios hospitales de Reino Unido, España y otros países se está haciendo registros de la actividad espontánea en bebés prematuros o recién nacidos. Si se identifica un patrón raro se podría prever si un niño tendrá una predisposición al autismo, la esquizofrenia, la epilepsia u otros problemas del neurodesarrollo.
-¿Podrían desarrollarse terapias para corregir esos ‘errores de fábrica’?
-Ese es nuestro sueño, el paso siguiente. Tenemos en laboratorio dos líneas de investigación que intentan cambiar un circuito por otro, ajustarlo… Si el patrón X, el correcto, se compone de determinados genes, quizás podríamos aumentar esos genes en el individuo afectado para recuperarlo.
-Y el cerebro, ¿por qué no se organizaría bien desde el principio?
-Esa pluripotencialidad, si existe, quizás sea una ventaja adaptativa. Si se genera una organización muy estricta desde el principio, la capacidad de reorganización es menor. Por ejemplo, generamos ratones ciegos en el laboratorio y en ellos la corteza visual se reorganiza como táctil, porque van a necesitar más ese sentido.
-Lo que les ocurre a las personas ciegas.
-Correcto. El cerebro se da cuenta de que es ciego antes de nacer. Al menos es así en roedores. Sabe que le falta un sentido porque algunos de sus patrones de actividades espontáneas que hay en esos circuitos han cambiado.
-¿Esta mezcla de los sentidos puede estar detrás de la sinestesia?
-Hay un desconocimiento bastante profundo de qué es lo que da lugar a la sinestesia, pero una de las hipótesis es que los circuitos sensoriales no se han separado bien. Nuestros resultados preliminares apoyarían esa teoría, pero claro, generar un roedor con sinestesia para estudiarlo es muy difícil. Pero podría ser el caso, sí.