El vulcanismo es un fenómeno más o menos usual aquí, en la Tierra. Pero no es tan común en el Sistema Solar. Sí, muchos mundos poseen estructuras que en el pasado expulsaron material de las profundidades; pero pocos lo hacen ahora mismo. Por ejemplo, en Ío, una de las lunas de Júpiter, se han visto gigantes columnas de humo procedente de actividad volcánica; o Tritón, satélite de Neptuno, o Encélado, luna de Saturno, poseen criovolcanes, que no ‘vomitan’ roca fundida, sino agua y gases. Hace un par de meses se informaba sobre signos de actividad volcánica reciente en Venus . Pero, ¿es este fenómeno común fuera de nuestro vecindario cósmico? Ahora, un grupo internacional, en el que participan investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ha encontrado un exoplaneta que podría estar cubierto de volcanes. Bautizado como LP 791-18 d , se encuentra a unos 90 años luz de distancia de la Tierra, y tiene un tamaño y una masa ligeramente superior a nuestro planeta. Según los autores, este mundo podría sufrir erupciones volcánicas con tanta frecuencia como Ío. El estudio acaba de publicarse en ‘ Nature ‘. No se trata de un sistema estelar desconocido: los astrónomos ya habían descubierto otros dos mundos vecinos, LP 791-18 b y LP 791-18 c , que orbitan en torno a la enana roja LP 791-18. El planeta interior b es aproximadamente un 20 por ciento más grande que la Tierra y su compañero c tiene unas 2,5 veces nuestro tamaño y casi 9 veces la masa de nuestro mundo. Estos datos no son baladíes: durante cada órbita, el planeta c y el recién descubierto d pasan muy cerca el uno del otro. Como el primero es más masivo que el segundo, cada vez que pasan cerca, su gravedad afecta a la superficie del otro (como las mareas y la Luna), produciendo un tirón gravitatorio que provoca que su órbita sea algo elíptica y que, además, el planeta d se deforme ligeramente. «Estas deformaciones pueden crear suficiente fricción interna para calentar sustancialmente el interior del planeta y producir actividad volcánica en su superficie», explica en un comunicado Merrin Peterson, estudiante de postgrado de la Universidad de Montreal (UdeM) que ha liderado el estudio. De hecho, Júpiter y algunas de sus lunas afectan a Ío de forma similar. Podría existir agua líquida sobre su superficie El planeta d se encuentra en el borde interior de la zona habitable, el intervalo de distancias a una estrella en el que podría existir agua líquida en la superficie de un planeta. Si el planeta es tan activo geológicamente como sospecha el equipo de investigación, podría mantener una atmósfera. Las temperaturas podrían descender lo suficiente en el lado nocturno del planeta como para que el agua se condense en la superficie. «LP 791-18 d tiene un lado constantemente orientado hacia su estrella – señala Björn Benneke, investigador de la UdeM que ha coliderado el estudio –. El lado diurno probablemente estaría demasiado caliente para que existiera agua líquida en la superficie, pero la cantidad de actividad volcánica que sospechamos que se produce en todo el planeta podría sostener una atmósfera, lo que haría posible la condensación de agua en el lado nocturno.» «Este estudio es muy revelador ya que una de las grandes preguntas de la astrobiología, el campo que estudia los orígenes de la vida en la Tierra y más allá, es si la actividad tectónica o volcánica es necesaria para la vida», destaca Felipe Murgas, investigador del IAC y coautor del artículo. «Además de proporcionar potencialmente una atmósfera, estos procesos podrían agitar materiales que de otro modo se hundirían y quedarían atrapados en la corteza, incluidos los que creemos que son importantes para la vida, como el agua o el carbono», añade Enric Pallé, investigador del IAC que también ha participado en el estudio. MÁS INFORMACIÓN noticia No ‘Campeón’, un nuevo dinosaurio del tamaño de un autobús urbano, descubierto en Castellón noticia No El primer beso romántico de la humanidad, en Mesopotamia hace 4.500 años Los científicos descubrieron y estudiaron el planeta utilizando datos del satélite TESS (Transiting Exoplanet Survey Satellite) de la NASA y del telescopio espacial Spitzer, así como de un conjunto de observatorios terrestres, incluidas observaciones con MuSCAT2 instalado en el Telescopio Carlos Sánchez. Las observaciones del sistema realizadas por Spitzer fueron de las últimas que recogió el satélite antes de su retirada del servicio en enero de 2020. El planeta c ya ha sido aprobado para ser observado por el telescopio espacial James Webb , y el equipo espera que el planeta d sea un candidato excepcional para los estudios atmosféricos de la misión.