A la hora de comprar o adoptar un perro, muchos nuevos dueños se deciden por una raza en concreto y descartan otras por lo que dicen de su comportamiento. El yorkshire tiene fama de tener un carácter explosivo; el husky, de ser indomable; de algunos tipos de terrier cuelga la etiqueta de extremadamente excitables y ladradores; y los pig bull o los rottweiler se consideran agresivos. Sin embargo, una nueva investigación publicada este jueves en la revista ‘Science’ sugiere que todas esas ideas son prejuicios. Un estudio que combina el análisis genético de más de 2.000 perros y más de 18.000 encuestas hechas a propietarios concluye que la raza por sí sola es un mal predictor del comportamiento.
Los hallazgos de los investigadores desafían las suposiciones actuales sobre los estereotipos de las razas de perros, nociones utilizadas para explicar por qué algunas son más agresivas, obedientes o cariñosas que otras. A pesar de ser el animal de compañía más antiguo de los humanos, casi todas las razas modernas se crearon a nuestro antojo hace solo unos 200 años por sus rasgos físicos y estéticos. Antes de este tiempo, los perros se seleccionaban principalmente por los rasgos centrales de sus funciones principales, como la caza, la vigilancia o el pastoreo.
A la mayoría de las razas de perros modernas se les atribuyen temperamentos característicos asociados con su función ancestral. Se supone que la ascendencia racial de los perros predice el temperamento y el comportamiento. Esto ha llevado, por ejemplo, a una variedad de leyes específicas sobre las razas, que pueden incluir restricciones de seguros o la prohibición total de poseer algunas de ellas. En España, ocho razas, entre ellas el Pit Bull, el Rottweiler, el Dogo Argentino o el Akita Inu, se han considerado peligrosas, aunque el Gobierno propuso el pasado año modificar la ley para eliminar la lista y evaluar el comportamiento de cada perro de manera individual.
Kathleen Morrill y sus colegas de la Universidad de Massachusetts (EE.UU.) buscaron variaciones genéticas comunes que pudieran predecir rasgos de comportamiento específicos en 2.155 perros de raza pura y mixta. Entre ellas Combinaron estos datos con 18.385 encuestas en Darwin’s Ark (La arca de Darwin), una base de datos de código abierto de rasgos y comportamientos caninos dados a conocer por los propietarios. Entre ellos, se valora la sociabilidad del can con humanos y otros perros, el control de la impulsividad, la obediencia, la angustia, la relación con el ambiente y la búsqueda de la proximidad y el contacto humanos. Los datos de comportamiento, recogidos en 200.000 respuestas, se analizaron en las razas informadas por los propietarios y los ancestros de raza detectados genéticamente.
Docilidad y angustia
Los resultados de estas pruebas, que incluyeron datos de 78 razas, identificaron once loci genéticos (una posición fija en un cromosoma) fuertemente asociados con el comportamiento, aunque ninguno de ellos era específico de la raza. Entre los comportamientos predichos con mayor fuerza por la genética estaba la docilidad del perro: cómo responde a la dirección humana. Sin embargo, esto varió significativamente entre perros individuales. Para el umbral de la angustia, la facilidad con la que le afecta el miedo o la incomodidad, la raza no aporta nada.
Según los hallazgos, la raza solo explica el 9% de la variación de comportamiento de un ejemplar a otro. Para ciertos rasgos de comportamiento recogidos en la encuesta, la edad o el sexo del perro fueron los mejores predictores. Los investigadores no pudieron encontrar comportamientos que fueran exclusivos de ninguna raza y afirman que la influencia ambiental es muy importante.
«La mayoría de los comportamientos que consideramos características de razas de perros modernas específicas probablemente se debieron a miles de años de evolución del lobo al canino salvaje, al perro domesticado y, finalmente, a las razas modernas», dice en un artículo relacionado Elinor Karlsson, directora del Grupo de Genómica de Vertebrados del Instituto Broad del MIT y Harvard. «Estos rasgos hereditarios son anteriores a nuestro concepto de las razas de perros modernas por miles de años», apunta.