Las nubes desafían la comunidad científica que trata de pronosticar el cambio climático desde hace medio siglo. Esas masas de vapor son muy complejas y se forman cuando hay núcleos de condensación. Nacen gracias a los aerosoles que tienen origen natural (polvo mineral y orgánico, sales del océano) o antropogénico, producido por procesos de combustión en generación de energía y transporte y en reacciones químicas secundarias. Esas partículas suspendidas en el aire que se lleva el viento permiten que el vapor de agua se agreguen a ellas y formen gotitas de agua o cristales de hielo. Además, hay una gran variedad de nubes y cada una tiene un efecto distinto sobre el calentamiento global. Algunas, como los estratos, reflejan más luz solar y enfrían la superficie, mientras que otras, conocidas como cirros, pueden tener el efecto contrario y atrapar el calor.