El problema de la basura espacial aumenta y el número de satélites que orbitan alrededor de la Tierra no deja de crecer. Su densidad crece de tal forma que muchas de las imágenes de estrellas y galaxias captadas por los telescopios se arruinan con brillos y líneas blancas que las cruzan de parte a parte. El impacto de los satélites espaciales y de sus desechos sobre el cielo nocturno son tan graves que esta semana la revista ‘Nature Astronomy’ ha decidido dedicarle una colección de artículos. Las previsiones, desde luego, no son buenas. De hecho, la cantidad de satélites de órbita terrestre baja y de desechos espaciales se han multiplicado en los últimos años, y todo apunta a que lo harán aún más en el futuro. Lo cual ha generado una gran preocupación en la comunidad de astrónomos, amenazados por la contaminación lumínica y las interferencias tanto con los observatorios terrestres como espaciales. La situación, en suma, ha generado una gran preocupación en la comunidad de astrónomos , amenazados por la contaminación lumínica y las interferencias tanto con los observatorios terrestres como espaciales. Se calcula que, si se cumplen las previsiones, para dentro de siete años hasta el 50% de las imágenes captadas por el Telescopio Espacial Hubble se verán afectadas o serán totalmente inutilizables para la Ciencia. Noticia Relacionada reportaje No Basura espacial: el riesgo de quedarnos atrapados en nuestro propio planeta Patricia Biosca Los restos del cohete chino descontrolado han vuelto a recordarnos el peligro de los desechos espaciales que orbitan sobre nuestras cabezas En uno de los artículos, Miroslav Kocifaj, de la Academia Eslovaca de Ciencias, presenta junto a sus colegas un nuevo método para simular el brillo del cielo nocturno. Los autores explican que los modelos de luminosidad del cielo se realizan a menudo utilizando una interpretación de la dispersión de la luz llamada teoría de Mie. Este método presenta una imagen física simple de la dispersión de la luz que facilita los cálculos. Pero Kocifaj y su equipo han descubierto que el método puede ser demasiado simplista para situaciones del mundo real y podría conducir, por lo tanto, a subestimar el brillo del cielo, particularmente a bajas altitudes. Es decir, que podríamos haber estado infravalorando el problema. Otro equipo, capitaneado por John Barentine, Director de Políticas Públicas de la Dark Sky Association, ha calculado los efectos agregados del aumento de los satélites de órbita terrestre baja y los desechos espaciales, lo que resulta en un aumento potencial en el brillo del cielo nocturno global. Los investigadores sugieren que esta situación conducirá a la pérdida de datos astronómicos basados en tierra, ya que las señales cósmicas pueden perderse en el ruido y podrían, por tanto, disminuir las oportunidades para llevar a cabo descubrimientos con los telescopios basados en tierra. Los autores también discuten los impactos en las tradiciones culturales relacionadas con el cielo en todo el mundo, la equidad/inclusión, la degradación ambiental y los ecosistemas más amplios que dependen de los cielos oscuros. Órbitas cada vez más congestionadas Por último, Aparna Venkatesan, de la Universidad de San Francisco, escribe sobre el problema de tener unas órbitas cada vez más congestionadas y destaca el impacto negativo que esto está teniendo en las observaciones astronómicas y los cielos oscuros en todo el mundo. «El espacio es nuestro patrimonio y ancestro compartido ´reza su artículo-, que nos conecta a través de la ciencia, la narración, el arte, las historias de origen y las tradiciones culturales, y ahora está en riesgo». MÁS INFORMACIÓN noticia Si José Manuel Sánchez Ron: «La ciencia es mucho más sorprendente que la ciencia ficción» noticia No España, primer país que vigila el cielo desde los cinco continentes noticia Si Los ‘robonautas’, los nuevos astronautas que se lanzan a la conquista el espacio A este panorama es necesario sumar los riesgos físicos potenciales de una ‘superpoblación’ de satélites. Y si bien los artículos de Nature Astronomy sólo hacen referencia al problema de la contaminación lumínica y la visibilidad del cielo para los telescopios, a eso hay que sumarle el peligro real de colisión contra naves tripuladas. La propia Estación Espacial Internacional Internacional ha tenido que ser desviada ya varias veces para evitar impactos de fragmentos de chatarra espacial. Y no hay que olvidar que, en los próximos años, está previsto que el tráfico de misiones tripuladas a la Luna aumente de forma exponencial.