Si hoy se puede cargar un móvil en menos de una hora y usarlo durante todo el día, es porque lleva una batería de iones de litio. La misma que va en los portátiles, en los vehículos eléctricos y en plantas de almacenamiento de energía renovable. Aunque esté en el mercado desde los años noventa, su primera versión fue creada dos décadas antes. Durante la crisis de petróleo en los años setenta, la empresa estadunidense Exxon (hoy, ExxonMobil) contrató al químico Stanley Whittingham (Nottingham, Reino Unido, 1941) para encontrar alternativas a los combustibles fósiles. El objetivo era arrancar con los vehículos eléctricos y el investigador, que había pasado por Oxford y Stanford, sentó las bases del elemento que cambiaría el comportamiento de la humanidad.